De la salud mental, esencial en las políticas públicas de las democracias modernas, fuera del ámbito privado, en Venezuela apenas se habla. Un gran fallo. Las mentes no viven separadas del cuerpo donde encarnan ni tampoco, entonces, de los contextos donde se desarrollan y actúan.
La (mala) suerte y la (mala) genética, esa lotería de los daños y las enfermedades del alma, pueden tocarle a cualquiera. Pero hoy se sabe que hay familias que enferman, y sociedades y economías capaces de destruir las psiques. Son tres factores que impactan nuestro mundo interno.
Pero quienes pueden comprender los conflictos que enfrentan, tienen muchas más posibilidades de salir adelante. También quienes disponen de una red profesional y eficaz de apoyo médico y social. Por eso las personas educadas invierten en su salud mental, y empiezan a hacerlo los gobiernos en sus programas de salud pública, las empresas y las instituciones responsables.
En Cinco8 quisimos continuar este ciclo de entrevistas hablando de los trastornos graves y de sus posibilidades de atención en Venezuela. Y para ello convocamos a la doctora Cristina Barberá, médico cirujano por la Escuela Vargas de la UCV, psiquiatra y además psicoanalista, “para no limitarme a los diagnósticos y las medicaciones —me dice— y poder acompañar a mi paciente desde su historia de vida, sus sufrimientos y traumas”.
Barberá también estudió en el Instituto de Psiquiatría de la Universidad de Sāo Paulo y se especializó en Trastornos de la Alimentación en ese centro. Además fue residente de Psiquiatría del Hospital José Mata de Gregorio en Sebucán, Caracas, y supervisora externa del posgrado de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital Universitario. Mantiene su consulta privada y colabora con el Servicio de Atención a la Comunidad de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas.
Los datos que nos da son tristes y revelan cuánto ha crecido el riesgo de sufrir enfermedades mentales en nuestro país y el estado de abandono de las personas afectadas y de sus entornos.
¿Qué es lo específico de una enfermedad mental o un trastorno psiquiátrico grave?
La gravedad en un trastorno mental, como en cualquier otra enfermedad, depende del tipo y la intensidad de los síntomas, la duración, que el cuadro sea agudo o crónico, el nivel de limitación que genera en la persona y cómo esta condición afecta a su entorno. En la perspectiva clásica, que simplifica mucho, solemos considerar graves los cuadros con limitación severa de la capacidad intelectual, con lesiones en el sistema nervioso central (traumatismos, accidentes cerebrovasculares, demencia), y con síntomas psicóticos como la esquizofrenia. Más graves, al menos, que enfermedades en las cuales predominan síntomas ansiosos, afectivos o del control de los impulsos. Esto es porque los primeros perturban el contacto con la realidad, afectan la independencia y la relación con los demás de forma dramática. Pero desde una perspectiva relativa, la gravedad depende de muchos factores. Una depresión severa y refractaria puede ser peor que un trastorno delirante bien atendido con medicación adecuada. Las adicciones, los trastornos de alimentación o de personalidad y las fobias pueden incapacitar, poner en riesgo la vida de quien los padece y de otros.
El pronóstico de un trastorno mental tiene estrecha relación con la consciencia de la enfermedad que tengan el sujeto o su entorno, porque esa conciencia es el primer paso para buscar la ayuda adecuada.
En muchos tipos de sufrimiento psíquico se preserva la capacidad de reconocer que se necesita ayuda, pero en otros no, como en un episodio psicótico. Entonces el entorno familiar y social pueden hacer la diferencia, al identificar el problema y acompañar a la persona a recibir el tratamiento necesario.
¿Ayuda el psicoanálisis en trastornos graves? ¿Podrías decirme en cuáles sí y en cuáles no?
Hoy los psicoanalistas atienden casos diversos, sea cual fuere el diagnóstico psiquiátrico. En algunos países, el psicoanálisis está presente en el sistema hospitalario, educativo y comunitario. ¿Para quienes no es la vía ideal de psicoterapia? Pues para personas con alteraciones más severas de la capacidad intelectual y lesiones orgánicas del sistema nervioso central. También puede ser complicado en sujetos con síntomas muy graves e incapacitantes, casos en los cuales es muy importante un acompañamiento multidisciplinar (psiquiatra, nutricionista, acompañante terapéutico, etc.).
¿Qué se puede hacer con un paciente psiquiátrico grave en Venezuela? ¿Adónde podrían dirigirse quienes tienen pocos recursos económicos?
En Venezuela hay profesionales muy bien preparados: psiquiatras, psicoanalistas, psicólogos con distintos abordajes teóricos, terapeutas ocupacionales, etc. Pero la crisis de salud pública han golpeado muy fuerte el acceso a la salud mental. Han cerrado —por falta de recursos y por falta de estudiantes y/o profesores—, postgrados de psiquiatría y psicología clínica que eran una valiosísima oferta de atención. Pero en los que quedan, con limitados recursos, los profesionales hacen un trabajo heroico.
El último reporte oficial sobre salud mental en Venezuela es de 2013, lo cual ya es un dato preocupante. En ese momento el país apenas tenía 11 hospitales psiquiátricos, la mayoría en la capital y 4,1 camas por cada 100.000 habitantes. La cantidad de camas había disminuido en un 42 por ciento desde 2008 y la mayoría del personal de enfermería y auxiliar no tenía capacitación profesional. Esos datos nos revelan, entre otros males, que el interior del país está casi desatendido.
El Hospital Clínico Universitario, que era una referencia, ha suspendido su reconocido servicio de hospitalización. Pero el postgrado sigue vivo, y se mantiene la consulta externa, el ambulatorio, las interconsultas con otros servicios y la terapia ocupacional. Ese es uno de los lugares de referencia al que se puede acudir. En Caracas trabajan contramarea los hospitales de Lídice, el Vargas, el Militar, El Peñón, Casa Blanca (para adicciones) y el Hospital Jesús Marta de Gregorio, más conocido como el del Seguro Social de Los Chorros. Algunos de forma semiprivada. Muchas ONG intentan cooperar también: Psicólogos y Médicos sin Fronteras, Fundación Humana, Cecodap, Cepaz, así como la Federación de Psicólogos, centros privados como El Cedral y la Sociedad de Psiquiatría y las sociedades psicoanalíticas, en donde es posible conseguir atención gratuita o a costos reducidos.
Sé que la internación tiende a evitarse hoy. En el caso de la esquizofrenia, por ejemplo, hay países que ahora optan por un régimen mixto. ¿Es posible esto en Venezuela?
La mayoría de las personas desconocen que hasta mediados del siglo XX no había ninguna medicación para el tratamiento de las distintas dolencias mentales. Por ello en casos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, las depresiones y otras alteraciones muy disruptivas, las personas que no podían vivir en comunidad por su sintomatología, eran recluidas en centros muy precarios, con escasísimos recursos y conocimiento. De esa época viene la muy frecuente imagen de los “manicomios” como lugares horrorosos de maltrato y tortura. Pero lo cierto es que ha habido notables mejoras a lo largo de los años, resultado de una mirada crítica y constante a la atención que se brinda. A medida que creció el conocimiento científico, y hubo más posibilidades de tratamientos, las hospitalizaciones fueron menos necesarias y se optó por el manejo ambulatorio. Se demostró que las internaciones prolongadas no favorecían la reinserción posterior. De ahí surgieron mejoras en las hospitalizaciones, para que los pacientes fuesen atendidos por equipos multidisciplinarios —que es lo ideal—, y se los preparase para su vuelta a la comunidad. En algunos lugares el resultado ha sido el régimen mixto o de hospital día: el paciente pasa el día bajo supervisión y la noche en su casa, con familiares o solo, si es el caso y fuese posible.
La Declaración de Caracas de 1990, redactada en una conferencia convocada por la OMS, establece que ver al psiquiátrico como único lugar de atención obstaculiza la prevención y la adaptación posterior de los pacientes, y pone en riesgo sus derechos humanos. Algunos países latinoamericanos han destinado más recursos a la salud mental comunitaria y preventiva siguiendo esta declaración. En Venezuela casi no existe una red de atención pública ambulatoria y preventiva. Para que funcione el hospital día, el manejo ambulatorio debe ser riguroso y cercano, y esto en Venezuela no ha sido posible. Las hospitalizaciones se pueden prevenir si hay atención primaria eficaz y continua, pero sin eso de nada sirve eliminar los hospitales psiquiátricos —como quisieron las ramas más radicales del movimiento antimanicomial—, pues muchas personas van a recaer y a presentar episodios inmanejables en la casa o en régimen mixto. Esto es frecuente en adicciones, trastorno bipolar, esquizofrenia, anorexia, depresión recurrente… La hospitalización es un último recurso, como en cualquier otra enfermedad, pero hay que desestigmatizarla. No verla como se la describe en Atrapado sin salida y La naranja mecánica.
Una hospitalización psiquiátrica no es nada fácil para quien la atraviesa ni para sus familiares, pero puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, o el punto de quiebre para reconocer un problema que debe ser atendido.
Y aún con un buen seguimiento, hay factores externos que pueden dar lugar a un cuadro que requiera hospitalización.
¿Cuál es la actitud general en nuestro país hacia el paciente psiquiátrico? ¿Se comprende su circunstancia? ¿Puede una persona tomar un reposo psiquiátrico, por ejemplo, y regresar a trabajar sin problemas?
Sin una campaña eficaz que sensibilice a la población ante este tipo de dolencias, y con el temor humano ante estas situaciones, hay quienes denigran o se burlan de la persona que padece. Estos prejuicios no siempre dependen del nivel educativo o socioeconómico, y pasan en Venezuela y en el mundo. Solo con mucho trabajo de psicoeducación la respuesta defensiva puede transformarse en un acercamiento empático, sensible y respetuoso a estas condiciones, pues todos podríamos padecer en algún momento este tipo de sufrimiento y necesitar ayuda.
Hay algo muy particular en las dolencias mentales que las diferencia de las físicas: su naturaleza íntima, muchas veces asociada a traumas, carencias, violencia, etc. Adolecer psíquicamente es una situación profunda y compleja, y la persona está en todo su derecho de querer resguardarse, muchas veces muy interferido por una sociedad donde los límites entre lo público y lo privado se han vuelto borrosos.
Con políticas públicas para educar, prevenir y tratar, habrá más inclusión y más libertad para afrontar dificultades relacionadas con la salud mental.
Un reposo psiquiátrico es un documento médico legal y confidencial. No es aceptable difundirlo sin autorización de la persona afectada. Pero un empleado que presenta un trastorno de cualquier índole, se sabe, puede sufrir una suerte de persecución en la empresa y ser sometido a nuevas pruebas psicológicas y a acoso.
Creo que se habla más de trastornos psiquiátricos ahora, pero que también se los banaliza cuando se usan palabras como bipolar, psicópata, esquizo o autista fuera del contexto médico, sea como insultos o como descripciones de una persona.
Se abusa de las etiquetas diagnósticas hasta en el mundo profesional. He visto diagnósticos trending, por así decir. Hace unas décadas lo fue el trastorno de déficit de atención e hiperactividad en la población infantil y adulta, hoy es el espectro autista. Y así van variando. Coincide esto con que se sepa identificar mejor ciertas enfermedades y condiciones, cierto, pero también hay un abuso de las etiquetas, y se tiende a medicalizar el sufrimiento y las alteraciones del comportamiento, sin profundizar. Un dato curioso al respecto: entre los libros más vendidos de Amazon.com (en el rango de enciclopedias y libros de referencia médica) está el manual de diagnóstico DSMV (Desk Reference to the Diagnostic Criteria from DSM-5), diseñado para profesionales. Podría deberse a más curiosidad general en el tema, pero seguro que es por la proliferación de autodiagnósticos.
¿Qué piensas sobre el aumento de los suicidios hoy? ¿Se relaciona el suicidio siempre con trastornos graves o podríamos hablar de otras causas como el acoso, las dificultades socioeconómicas, la depresión?
El suicidio es un fenómeno humano —trágico y violento—, en el que intervienen muchos factores. Todos los que nombras se relacionan con el aumento del riesgo suicida, que no es exclusivo de trastornos mentales graves. En esta época pospandémica hemos visto incrementarse el riesgo, por crecieron los trastornos afectivos, se descompensaron cuadros psicóticos, hubo abuso de substancias y un evento traumático colectivo que nos afectó en todos los niveles, y en especial en el socioeconómico.
Pero hay muchos mitos sobre el suicidio y tu pregunta es una buena oportunidad para revisarlos. Cada año se suicidan en el mundo cerca de 700.000 personas. Por cada suicidio consumado hay muchas tentativas (unas 20 según algunos estudios). El 77 por ciento de los suicidios se produce en los países de ingresos bajos y medios, y no como se dice, en países desarrollados.
También está documentado que los hombres se suicidan el doble que las mujeres y para explicarlo se plantean diversas hipótesis. Una es que los hombres asumen menos sus vulnerabilidades, tienden a expresar menos sus sentimientos, son más impulsivos y están menos dispuestos a buscar ayuda cuando la necesitan. Pero también usan más métodos violentos y letales para resolver conflictos. Esta diferencia de género ya nos dice que una de las formas de prevención es tener un espacio para hablar de nuestro mundo interno con otro. Silenciarlos genera un efecto de olla de presión.
Otra cosa que se afirma es que la ideación suicida, cuanto más secreta, más peligrosa. Pero no es así, muchas personas que se suicidan lo han verbalizado antes como amenaza, chantaje y hasta chiste. Así que es importante escucharlos y buscar ayuda especializada, farmacológica y psicoterapéutica, para analizar y elaborar los deseos o fantasías suicidas. En el mejor de los casos, de ese modo se podrá prevenir el suceso y aliviar el sufrimiento que lo propicia.
En Venezuela la crisis humanitaria y falta de una red de apoyo ha desempeñado un papel importante en el aumento del suicidio en personas de la tercera edad. Pero en el mundo, el suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años.
No podemos trazar una línea directa de causa y efecto ni encontrar una vacuna contra el suicidio. En la decisión intervienen factores psicodinámicos y médicos, y no solo dolencias psiquiátricas. Una persona con un dolor crónico o con estrés postquirúrgico puede intentar suicidarse. Además hay factores ambientales, filosóficos y hasta religiosos que lo propician. Lo ideal es que cada país o comunidad cree estrategias de prevención según sus particularidades.
Seguro que todos hemos escuchado decir que el suicida es un cobarde o un valiente. Es normal que se le denigre o se le idealice, pero un suicida no es ni lo uno ni lo otro. Es alguien que sufre y corresponde acercársele con empatía y respeto. El suicidio es una situación extremamente dolorosa, para quien lo intenta o consigue, y para las personas cercanas, que también necesitan acompañamiento.
¿Cuáles son los trastornos psiquiátricos más frecuentes en Venezuela? ¿Se sabe por qué son esos y no otros?
Según el último reporte oficial de 2013 los trastornos por abuso de substancias son los más frecuentes, luego los de personalidad, la esquizofrenia, los trastornos asociados al estrés y somatomorfos (molestias diversas, difusas, que no pueden explicarse por una lesión orgánica), los trastornos afectivos y los orgánicos.
Estos datos contrastan con los globales (OMS 2020), donde la ansiedad y la depresión son los motivos de consulta más frecuentes. El estudio venezolano no consideró la atención ambulatoria y las consultas privadas, sino solo los hospitales, adonde caen los casos más graves. En mi experiencia, la frecuencia de búsqueda de atención en Venezuela es similar a la que señala la OMS.
Me puedo imaginar que los familiares de un paciente psiquiátrico necesitan un apoyo especial. ¿Qué tipo de ayuda deben buscar y recibir? ¿A dónde pueden acudir?
Los familiares necesitan apoyo absolutamente, en especial en los casos severos y en los crónicos. No puedo olvidar, en mis primeras guardias en psiquiatría, su dolor cuando llevan a un ser querido a una emergencia o para internarlo contra su voluntad. El desgarro sucede en muchos niveles y en muchas personas, no solo en la internada. Cuando esta vuelve al hogar, a veces perturba la vida cotidiana. Es vital que el médico y el terapeuta ofrezcan un espacio de psicoeducación y contención emocional al entorno, y que estén abiertos a responder y a explicar, respetando la relación confidencial con el paciente. En casos severos y crónicos, sufre el individuo, pero también su entorno, y hay que cuidar al cuidador.
Dónde buscar ayuda en Venezuela para trastornos psiquiátricos:
Federación de Psicólogos de Venezuela / Servicio de atención telefónica para brindar primeros auxilios psicológicos, ofrecen asistencia gratuita, anónima, confidencial y accesible desde cualquier teléfono /Días de atención: viernes, sábados y domingo de 8:00AM a 8:00PM / 0212-416.31.16 y 0212-416.31.18
Cruz Roja Venezolana /Línea de apoyo psicosocial mediante WhatsApp / 0414-692.27.37, 0414-125.55.88 y 0414-680.66.18
Sociedad Venezolana de Psiquiatría / Ofrece atención psicoemocional a través de mensajes de texto o WhatsApp / Todos los días, de 9:00AM a 6:00PM / 0426-519.66.18 y 0212-7312024
Cecodap / Ayuda a niños, niñas y familias del país a través de su servicio de atención psicológica por mensaje de texto o WhatsApp / cecodap.sap@gmail.com / MS: 0424-180.40.02 /Whatsapp: 04142696823 y 0424-2842359
Psicólogos sin Fronteras / atencionemergenciaspad@gmail.com /0424-292.56.04 y 0212-860.38.85
Fundación Humana /somoshumana@gmail.com /0412-9250173
Fundación de Psicólogos de Venezuela / 0212-4163116 / 0212-4163118
Servicio de Asesoramiento Psicológico UCV/ 0212-6052914 / 0212-6052913
Cecodap – Servicio de Atención Psicológica / cecodap.sap@gmail.com / MS: 04241804002 /Whatsapp: 04142696823 y 0424-2842359
Asociación Venezolana de Psicoanálisis (Asovep) Servicio Psicoanalítico de Extensión Comunitaria (Sepec) / asovep.venezuela@gmail.com / 0212-5197914
Servicio de Psicología Clínica y de la Salud / Hospital Vargas / 0412-7175871
Fundación Rehabilitarte / 0412-1681278 / 0424-6270439 / 0414-9659445
Cepaz Avesa Fundamujer – Asistencia Psicosocial / fundamujervenezuela@gmail.com / 0412-3071273 y 0414-3281196