La comunidad drag de Caracas usa su creatividad para adaptarse 

A pesar de la crisis y la pandemia, la escena drag continúa. En una comunidad acostumbrada a las dificultades, nada detiene su necesidad de expresión y ensueño

Shayna de Lunar se hace una selfie durante el descanso entre actos

Foto: Lexi Grace Parra

Caracas, una ciudad que alguna vez fue conocida por su intensa vida nocturna, ha perdido su color y su rumba desde que estalló la crisis socioeconómica en 2013. Pero en la comunidad LGBTQ de la capital, los shows drag son una forma de preservar la fantasía y el glamour, y un escape. Los clubes escondidos en enclaves del este de Caracas son el refugio para lo que se cree desaparecido de la ciudad: la vitalidad y la libertad. Para veteranos drag y para los recién llegados, el ensueño es más necesario que nunca.

Eduardo posa con su nuevo atuendo en su apartamento de Caracas. Él usa rellenos para crear una silueta curvilínea, pero drag queens más jóvenes prescinden de eso por los costos o por la tendencia actual.

Foto: Lexi Grace Parra

La mayoría está ante la alternativa difícil, a menudo imposible, de migrar o sobrevivir en la Venezuela de hoy. La escena drag está acostumbrada a arreglárselas. La comunidad LGBTQ de Venezuela no tiene derechos tangibles y a menudo ha sido relegada a las sombras en la vida cotidiana. Pero no en el club, uno de los espacios donde los artistas homosexuales, no binarios y trans pueden expresarse y disfrutar. 

Las organizaciones locales y los líderes comunitarios han expandido la influencia fuera del club, haciendo galas anuales y competencias de carreras drag. Así los artistas se reúnen, comparten su pasión, reciben elogios y premios de su comunidad. Esta es una tradición que combina varias inspiraciones: desde el ballroom y el vogue de las comunidades queer en Nueva York a la estética del Miss Venezuela.

Un artista drag posa durante una sesión de fotos para el ‘Drag Race’ del Club Cul, en Caracas.
Andreína se prepara para el show nocturno en Club Cul. Ella es una mujer trans en transición. Ganó el Miss Globe Gay Venezuela, una versión de Miss Venezuela para la comunidad LGBTQIA +. Luego se mudó a Cali con otros artistas del club.

Foto: Lexi Grace Parra

En marzo de 2020 el mundo entero cerró. Caracas también, en la medida en que eso fue posible. Durante meses, los artistas drag estuvieron recluidos en sus hogares, no pudieron actuar. La incertidumbre y el aislamiento golpearon mucho a esa comunidad. Veteranos como Arona, de 49 años, se quedaron sin esperanzas. Pero esta matriarca en la escena drag de Caracas sintió que era su deber enseñar a los jóvenes. Por Whatsapp dijo: “Vivo por mi arte. Me da fuerzas. Le debo mi vida al público y a mi familia drag. Espero volver a verlos pronto». Arona falleció el 9 de junio de 2020 por una condición de salud previa. La comunidad lamentó su muerte, publicando tributos en las redes sociales. 

Arona charla con compañeras en un vestuario. Decía que se quedaba en Caracas para apoyar a la comunidad drag. “No existe un Instituto Venezolano de Drag que te vaya a enseñar a ser drag queen. El dueño del club no te va a enseñar, el DJ no te va a enseñar … es la vieja quien te va a enseñar las cuerdas «.

Foto: Lexi Grace Parra

Arona inspiró a jóvenes drag en Caracas como Miranda Kampbell. Miranda tenía diecinueve años cuando compitió en su primera Drag Gala, en 2019, en La Florida, Caracas. Era un novato drag con un talento inmenso. Por la hiperinflación, le costó ahorrar dinero para hacerse un atuendo espectacular. En ese momento, los diez dólares que necesitaba no estaban a su alcance, así que creó un atuendo con pinturas y cortinas. Ese año, ganó la Mención de Honor en la categoría Atuendo. Eufórico, dijo: «Ese reconocimiento, hacer lo que amo y ser visto, lo significó todo». 

Miranda quería dejar su huella en Caracas, como muchos otros jóvenes venezolanos, pero poco después emigró con un grupo de artistas drag a Cali, Colombia. Hoy es modelo web para plataformas para adultos, mientras busca incursionar en la escena drag colombiana. 

El equipo de Eduardo incluye sus dos pelucas y la colección de joyas que sus amigos le han regalado a lo largo de los años.

Foto: Lexi Grace Parra

La migración se ha convertido en una realidad para muchos, pero todavía hay jóvenes que optan por quedarse y luchar en Caracas. Un buen ejemplo es Walcot, de veintidós años. Es drag king y bailarín go-go. Vive con su madre y su hermana en Propatria, un barrio en el oeste de Caracas, y viaja en transporte público todos los días para los ensayos en el club. A pesar de la dolarización del país, el drag no le alcanza para ganarse la vida, así que Walcot se ha diversificado con servicios de maquillaje y trenzado, que promueve en Instagram. Con eso llega a fin de mes. 

Más miedo da el hambre que el covid. En una economía colapsada, quedarse en casa a menudo significa quedarse sin comida. Los artistas drag, ya antes de la pandemia, trabajaban hasta extenuarse para cubrir lo básico. Ahora, han tenido que innovar para sobrevivir en estas nuevas circunstancias. Muchos clubes e influencers se han dedicado a la transmisión de programas en las redes sociales, aceptando donaciones para el contenido en plataformas de pago virtual. Los clubes tienen pequeños espectáculos en persona de vez en cuando, intentan ofrecerle fantasía al público y los artistas tratan de sobrevivir. Para ello, artistas como Walcot siguen ‘matando tigres’ y mostrando sus habilidades artísticas en Instagram, con la esperanza de que los contraten para sesiones fotográficas o para los pocos espectáculos en vivo que todavía hay. 

Febrero de 2020: Un grupo de artistas drag esperan un bus en el centro de Caracas. Después de pasar la noche en el club, se van temprano a actuar en una conocida fiesta privada LGBTQ en el litoral. Están emocionados por las propinas y la rumba.

Tras las controvertidas elecciones de diciembre, el régimen venezolano ha respaldado públicamente la agenda evangélica, que pretende mantener a la comunidad LGBTQ marginada, vulnerable y sin esperanza de alcanzar la igualdad de derechos. Muchos artistas drag no quieren apoyar a ningún partido político, pues sus circunstancias y luchas quedan no figuran en sus programas. Ante la incertidumbre por la pandemia, la inestabilidad por la crisis y la marginación del Estado, ¿cómo siguen? Como siempre lo han hecho: creando espacios seguros y alegres en los clubes de Caracas, usando las redes sociales y sin olvidar nunca la importancia de su familia drag.

Una bolsa de rayas arcoíris sobre la lavadora en el apartamento de Eduardo en Santa Mónica, Caracas. Eduardo es parte del movimiento político queer en Caracas, que trabaja para luchar por la plena igualdad de derechos para las mujeres y las personas LGBTQIA por igual.

Foto: Lexi Grace Parra