La batalla por rescatar el cementerio Bella Vista de Barquisimeto

La historia de los esfuerzos por salvar del vandalismo a este camposanto de valor patrimonial es también una historia de desconfianza hacia la sociedad civil

Este camposanto funcionó desde antes de 1800 hasta 1960

Foto: Vladimir Ugel

En las fotos se ven rastros negros en las comisuras de los labios de una escultura. Es un pequeño ángel, de cabello crespo y ojos cerrados; el mármol blanco donde se talló tiene manchas amarillentas que corren por su frente. La obra está al borde de un ataúd en la tumba de Daria J. Gerena, que data de 1935.

—Espero que guardes esas fotografías y te puedan servir para tu trabajo. Por favor, no se las des a nadie. Son muy valiosas. Y en estos momentos es muy difícil ir a tomarlas —me dice Carlota Landínez en un mensaje de WhatsApp.

Y está en lo cierto. Ir al cementerio Bella Vista de Barquisimeto es difícil. No porque está en el centro de la ciudad, ni tampoco porque sea necesario un permiso especial para ingresar, sino por el miedo de lo que pueda suceder al entrar allí. Desde 2012 se puede leer en periódicos de la ciudad que la inseguridad dentro del camposanto no permite la visita de familiares a sus difuntos: “El cementerio se ha convertido en casa para los delincuentes, para aquellas personas quienes hacen prácticas de espiritismo, santería o brujería”.

Aun así, la licenciada en Danza Carlota Landínez, la “dama del ballet” con cinco décadas en el mundo del arte, tenía la ilusión de hacer un performance en el mausoleo de su familia, los Giménez Landínez, sobre el cual hay una escultura de alrededor de tres metros de altura; dos grandes alas sirven de nido para un grupo de querubines que se abrazan entre sí y son besados por una mujer. De las alas brotan espigas que parecen claveles y abrigan juntas al cuerpo de un Cristo, que representa al difunto, recostado en la parte inferior. El mausoleo conmemora a Víctor Manuel Giménez desde 1931. 

Los Gobernadores del estado Lara y familias con alto poder adquisitivo eran quienes podían encargar este tipo de trabajos. En su mayoría, esculturas realizadas por artistas italianos como Julio Roversi, Pietro Ceccarelli, Emilio Gariboldi, Pietro Canónica o David Venturini.

—Los demás son solo tumbas con una cruz —me dice el escultor barquisimetano Benigno González al otro lado del teléfono.

El mármol, en cambio, soporta mejor la falta de mantenimiento. Gracias a ello, la escultura aún permanece allí.

Los mausoleos son testimonio de los valores y los gustos de las familias que los encargaron en su momento

Foto: Vladimir Ugel

—Del lado izquierdo de la obra, desde la parte frontal, hay mucho dinamismo. Contiene líneas curvas, hacen como un óvalo que asciende y apunta hacia al lado derecho. Luego en ese lado, en la parte inferior, es recto y formal totalmente. Es estático; pero en la parte superior derecha hay unas líneas ondulantes, intermedias, que unen lo dinámico con lo estático –continúa González.

El estilo de esta obra es una mezcla; apunta al barroco pero, a la vez, tiene elementos decorativos muy renacentistas. De hecho, guarda similitud con el fresco La creación de Adán, en la capilla Sixtina. Existen altos relieves en una de las figuras, pero también hay profundidad dentro de su composición

—Es un trabajo que combina lo arquitectónico y lo escultórico. Es pesada, muy pesada. Es una obra magistral.

En otra fotografía, se nota que al bajar unas escaleras se llega a las criptas destinadas a los cuerpos de los miembros de la familia. Pero ya nadie reposa allí. La familia exhumó los cuerpos en un cementerio seguro. Porque, como es conocido en Barquisimeto, entrar al cementerio Bella Vista es riesgoso desde la primera década del siglo XXI. 

Uniones y esfuerzos

Un letrero oxidado en el suelo del Bella Vista tiene pintado a mano en letras negras: «No muere el hombre si su muerte vive. Bienvenidos. Asociación Civil Camposantos Lara. Alcaldía de Iribarren». Fue en 1997 que se creó la Asociación Civil Camposantos de Lara gracias a la iniciativa del comerciante Juan Francisco Fréitez. Estuvo integrada por ciudadanos preocupados por estos espacios, la Universidad Central de Venezuela, la Central Cooperativa de Servicios Sociales Lara (Cecosesola) y la Alcaldía del municipio Iribarren a cargo de Macario González. La Universidad aportó investigación; la Alcaldía, voluntad política; Cecosesola, el conocimiento de inhumaciones y exhumaciones, entre muchas otras funciones de esta cooperativa larense; la sociedad civil tenía dolientes.

La Asociación se mantuvo activa desde 1997 hasta 2008. Durante estos años, el grupo era un factor de contraloría social; ante cualquier cosa que ahí ocurría, inmediatamente la Asociación actuaba. Trabajaron desde una pequeña oficina dispuesta en una de las entradas del cementerio. Lograron desmalezar, limpiar y embellecer una zona piloto. Las caminerías permanecen cubiertas por hierbas a los costados. 

Esa fue la realidad del Bella Vista que vivieron Daniela Montero, Adriana Sucre, Izquel Rodríguez, Mairely Lugo y Carlos Magnante al realizar una investigación en este espacio como parte del Servicio Comunitario del núcleo de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en Barquisimeto, en 2018. Un plano en blanco y negro dentro de la misma explica la ubicación referencial del sector tres del cementerio Bella Vista; unas delgadas líneas oscuras forman una curva en referencia a la calle principal y pequeños cuadrados indican la localización de las tumbas.

A mí siempre me dice Daniela Montero me dio curiosidad ir. Dije: “si no voy con Servicio Comunitario, no voy a ir nunca”. 

Los estudiantes de Arquitectura, acompañados de la profesora Carmen Tanasi su tutora académica, fueron más de tres veces al cementerio Bella Vista por la mañana. Se les asignó un sector para comenzar el registro: la parte más vieja del Cementerio. Al documentar, se quedaban hasta la una de la tarde. Vestían de manga larga y pantalón, con tapaboca y zapatos rústicos. Porque, además de la inseguridad, cualquier animal podía esconderse entre la maleza alrededor de las tumbas.

Cuando estábamos en el sitio teníamos que estar pendiente de todo lo que estaba pasando. Y cuando veíamos un monumento por primera vez era impresionante.

El registro tiene fichas de 57 tumbas con el nombre del difunto o la familia, el año de construcción, el autor y el material de la escultura, la tipología según la forma y el valor de la obra.

Era entender el monumento, entender qué significaba cada cosa, si está —la escultura— sentada, mirando el cielo, si está de pie. Todo tiene un significado para el análisis. 

Con esta investigación se actualizó parte de la información sobre el Bella Vista, que está incluido dentro del I Censo del Patrimonio Cultural Venezolano, realizado por el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) en 2005. Sobre el Bella Vista se lee una breve síntesis: “Este cementerio fue el único que tuvo la ciudad durante mucho tiempo. El cementerio tiene una entrada amplia donde se colocan vendedores de flores. A pesar de que fue abierto a finales del siglo XIX existen monumentos funerarios que datan de antes de 1800”. Se lee al final: “Este camposanto fue cerrado en la década de 1960 por escasez de espacio”.      

En las láminas presentadas por los estudiantes, se comparan fotos del estado de las esculturas en 2018 con algunas de 1999, estas últimas pertenecientes a investigaciones del profesor Ciro Caravallo. Dentro de los análisis, denuncian la ausencia total de algunas esculturas y las mutilaciones de otras.

Las tumbas más humildes solo tienen una cruz, pero en ellas al menos no hay nada para los saqueadores

Foto: Vladimir Ugel

Mientras los estudiantes realizaban las exploraciones dentro del camposanto, se les acercaban personas a preguntar qué hacían. En otras ocasiones, el personal del cementerio les advertía: «Si se meten por ahí las pueden robar», «Les va a pasar algo», «Yo no soy responsable, no me hago responsable». Luego, en visitas posteriores, las esculturas que registraban aparecían destruidas.

—Yo me asusté —dice la arquitecta Carmen Tanasi— Pensé «¿Entonces estoy ayudando a destruir sin querer?» Porque me estaban cazando. Entonces yo les decía «pero vayan tranquilos, no les digan que vamos a hacer algo, que es un ejercicio docente, que no tiene nada que ver, que es para probar».       

La concepción del poder

A Carmen Tanasi le interesa el tema del cementerio desde el 98; el año en el que comenzó su Trabajo de Grado de Maestría en Gerencia de Construcción. Se enfocó en el camposanto gracias a su tutor, el arquitecto Ciro Caraballo, quien para entonces era parte de la recién fundada Asociación Civil Camposantos de Lara.

Como parte de su investigación, “Estrategias para la Rehabilitación de un Cementerio Tradicional. Caso Cementerio Bella Vista”, redactó una ordenanza especial para el cementerio Bella Vista, pues el Municipio Iribarren tiene una ordenanza general para todos los camposantos sin distinción por su valor histórico, social o artístico. Tanasi planteó tratar al Bella Vista como un cementerio tradicional del siglo XIX y no un simple espacio de servicio público de inhumación. Luego de dos años de trabajo, el proyecto de Ordenanza fue aprobado por el Concejo Municipal de Iribarren en el año 2000. 

Esa ordenanza especial ayudaría a complementar los recursos que ya la Asociación recibía por parte de la Alcaldía. Tan solo faltaban la firma del alcalde y la publicación en Gaceta Oficial. Pero entonces asumió la alcaldía Henri Falcón y hubo una ruptura. Nelson Fréitez lo recuerda muy bien.

—Había un elemento que ellos no podían aceptar —dice Fréitez—. Era la participación de la sociedad civil en la gestión y la administración del cementerio. Yo percibí que desde el punto de vista de concepción del poder, para ellos eso era una pérdida de control.           

La ordenanza no fue publicada. Al terminar el mandato de Falcón y empezar el de Amalia Sáenz, la Asociación perdió por completo el apoyo público para mantener limpio y protegido al cementerio. Desde entonces, caminar por el Bella Vista es apreciar las grietas en el pavimento de sus calles, las enredaderas cubriendo las tumbas y la maleza que oculta sus esculturas. 

En 2016, el ingeniero Víctor Lucena —quien era el presidente de Obras del municipio Iribarren— anunció la inauguración de la capilla del cementerio Bella Vista para el día de Todos los Muertos. Samantha Suárez lo cita en un artículo de Barquisimeto.com del primero de noviembre de 2016: “El cementerio será un museo a cielo abierto que representará una referencia religiosa y turística para los propios y visitantes”. 

—Las funciones de los museos son conservar, documentar, divulgar, investigar, registrar y difundir —comentó Milagros Gómez de Blavia en una reunión junto a Carmen Tanasi.

La Fundación Amigos del Casco Histórico, la Universidad Central de Venezuela, núcleo Barquisimeto, y la Asociación Civil Camposantos de Lara han escogido un lugar dentro del camposanto en donde aspiran concentrar sus esfuerzos como instituciones. Con una nueva zona piloto, desean que el cementerio Bella Vista se convierta en un espacio turístico para el disfrute para los ciudadanos.

No obstante, miembros de estas instituciones reconocen que hay políticos interesados en el Cementerio para cambiar de uso. Pues cuando un cementerio clausura, en ese terreno se puede prolongar una avenida o construir un centro de economía informal.

—Ahí es donde viene el trabajo de los grupos —dice el historiador barquisimetano Iván Brito López— Cuando los grupos se organizan, se presentan, hacen presión… Pero la gente no quiere. Y ese es el trabajo institucional.

La historia de una ciudad es también la de sus cementerios

Foto: Vladimir Ugel

Al finalizar 2018, la Fundación Amigos del Casco Histórico introdujo reclamos administrativos ante la Dirección de Cementerios de Iribarren y cartas al Alcalde para retomar el tema del cementerio Bella Vista. Pero ni la Dirección de Cementerios Municipales ni el Alcalde han respondido.

—A veces uno se pregunta ¿vale la pena tanto esfuerzo? —me confiesa Carmen Tanasi.

Y escucho nuevamente sus palabras en el grabador: “Los cementerios son espacios de memoria. Es algo que estamos recibiendo, que si lo sabemos leer e interpretar tiene un gran valor”. 

Esta crónica es una versión abreviada de la serie Soledad a cielo abierto, de Luisana Zavarce.