La nueva generación del teatro venezolano

Son actores, productores, dramaturgos y todo a la vez, y han aprendido su arte sin contar con el Estado y aprovechándose de los recursos del presente. Un libro digital cuenta las historias de 24 de los nuevos creadores escénicos de Venezuela

Poco antes de la pandemia, el montaje de Los Miserables en la sala Ríos Reyna, de CLAS Producciones, sorprendió por lo que se puede hacer en la Venezuela del presente

Foto: Nicola Rocco

Crecieron entre el Viernes negro, el Caracazo y el final de la era democrática de Venezuela. Asistieron a la promesa fallida de que todos tendrían las mismas posibilidades. Fueron testigos del declive de las agrupaciones teatrales profesionales del país y el derrumbe de toda la institucionalidad de las artes escénicas. Pero estos veinticuatro artistas de las tablas venezolanas no perdieron el espíritu de la persistencia. 

Produce extrañas sensaciones navegar por el libro que cuenta sus historias: Nuevo país del teatro, editado por Banesco y Fundación Artesano Group. Aunque desde hace tiempo en Venezuela se han dejado de publicar títulos sobre las artes escénicas, los dramaturgos, investigadores y críticos no han parado de trabajar. “El teatro, siempre ha sido, incluso en los buenos momentos, un género de difícil difusión”, dice el coordinador editorial y compilador de este raro espécimen que hoy podemos disfrutar en la web de Banesco, Antonio López Ortega. “La edición de teatro siempre se concibió desde la obligación de que los grandes dramaturgos estén a la mano. En el pasado la colección de Monte Ávila fue referencia, así como el esfuerzo de las editoriales de las universidades y algunas alcaldías y gobernaciones, hasta Fundarte lo hacía con concursos importantes. La profunda crisis de las editoriales se ha llevado también por los cuernos al teatro.”

Para los que hacemos teatro y nos dedicamos a este raro oficio de contar su historia, este libro no solo aparece como un homenaje a un arte tan golpeado por la pandemia que lo ha privado de ese contacto con el público que está en su esencia, sino que también es testimonio de que —como siempre ocurre en este tipo de procesos políticos y sociales— los artistas son protagonistas del renacer de las sociedades desde el oscurantismo. 

La nueva realidad en las tablas venezolanas

La migración hacia nuevos medios, la necesidad de expresar a través del oficio escénico, obligó a los comediantes a mutar, a dejarse cambiar durante esta pandemia y no desistir. muestra de ello está recogida en las páginas de este volumen, ya el quinto de la colección Los rostros del futuro. 

Una de las historias que cuenta el libro es la de la productora Claudia Salazar. Con su proyecto Clas Producciones fundó una escuela de teatro musical y produjo espectáculos musicales de alta factura internacional como La novicia rebelde (2011); Casi normal (2015); Piaf, voz y delirio (2016); Gospel (2013). Más recientemente consiguió los derechos y puso en escena Los Miserables en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, lo que causó una conmoción de público y crítica. Ese montaje obtuvo el galardón a mejor producción en los Premios AVENCRIT 2020, que entrega la Asociación de Críticos Teatrales de Venezuela. Con su alianza con Go Broadway —un programa de formación y producción de musicales de Broadway para Latinoamérica— Salazar se convirtió en la representante de esa organización en el país.

Salazar lo cuenta así en El nuevo país del teatro: “En las anteriores obras que he producido, mi nombre siempre estuvo tras bastidores. Piaf… y La novicia… son Mariaca Semprún, Casi normal fue Karina, cada una con sus directores, pero Los miserables fue Los miserables, y me tocó a mí… gracias a Dios… Los miserables es también Claudia Salazar… Entendí el poder de tener una voz… de que la gente sepa que el teatro musical va a existir en Venezuela y va a ser gigante… Yo no soy productora porque quiera ser una estrella, soy productora porque me interesa el teatro musical, y quiero que sea una referencia en Venezuela… No voy a descansar hasta que la gente venga para acá a ver musicales”.

El testimonio de Claudia, así como los otros 23 relatos, demuestran que los artistas venezolanos en sus distintas disciplinas están de pie y no se rinden. Aquí encontraremos las historias y semblanzas de: Daniel Dannery, Ángel Pájaro, Jariana Armas, Claudia Salazar, Sara Valero Zelwer, Gabriel Agüero, Ana Melo, Jeyzer Ruiz, Valentina Garrido, Fernando Azpúrua, Grecia Augusta Rodríguez, Theylor Plaza, Oswaldo Maccio, Pedro Borgo, Julián Izquierdo Ayala, Jan Vidal Restifo, Claudia Rojas, Larissa González, Kevin Jorges, Francisco Aguana, José Manuel Suárez, Jenifer Morales, Anthony Castillo y Aitor Aguirre.

En ellos y muchos otros que por espacio no pudieron ser considerados, se conjugan todas las disciplinas teatrales: dramaturgia, actuación, dirección, producción, iluminación, maquillaje, escenografía, música, gestión cultural. 

La selección, de la cual fui partícipe, fue cuidadosa y no fue al azar. A cada especialista se nos pidió una lista de teatreros nacidos a partir de 1980 que han destacado por su trabajo; al cruzar las listas, se escogieron los 24 talentos de que se ocupa el libro. El mismo método se usó en los otros cinco tomos de la colección Los rostros del futuro. Dice López Ortega que “para esta edición se trabajó con 20 miembros seleccionadores que se escogen por su trayectoria, competencia, autoridad, experiencia y sabiduría. Críticos teatrales, investigadores, directores, dramaturgos, periodistas culturales fueron los encargados de determinar los participantes de este libro, bajo la coordinación de la periodista y dramaturga Yoyiana Ahumada”. 

En «Nuevo país del teatro» también trabajaron la poeta, escritora y editora Graciela Yáñez Vicentini como correctora y editora; y las diseñadoras Verónica Alonso y Ana Ng Tso.

Esta edición se focalizó en los artistas teatrales que han consolidado su trabajo profesional en la ciudad capital. Estamos conscientes de la labor titánica que se hace en las regiones, con mayores carencias y menor proyección, pero por razones de espacio esa investigación es tarea pendiente para ediciones posteriores. Sin embargo, muchas de las historias que encontraremos en esta cartografía teatral son protagonizadas por jóvenes nacidos en distintas partes del país. 

Fue también muy amplia la selección de periodistas y fotógrafos cuyo trabajo se usa en el libro. Se hizo una excepción con el trabajo del fotógrafo Nicola Rocco. Una galería muestra el trabajo incansable de este artista para registrar al escenario venezolano. Como reportero gráfico de varios medios y principalmente de El Universal, Rocco ha estado muy ligado a las tablas nacionales desde los años ochenta, compartiendo su trabajo fotográfico con el arte escénico. El resultado es uno de los archivos fotográficos más importantes del teatro venezolano contemporáneo. Con esta edición se concreta un justo homenaje al lente de Rocco. 

Desde 2015, Banesco, empresas patrocinantes y la Fundación Artesano Group han publicado cinco ediciones que nos permiten tener un panorama claro de las artes venezolanas actuales. Desde su website, se pueden descargar de forma gratuita los títulos relacionados con: literatura, fotografía, artes plásticas, música y cine. 

Más allá de una intención romántica, Nuevo país del teatro se configura como un documento histórico que habla del momento país que vivimos y tenemos frente a nuestros ojos, por eso: “Es importante para fijar memoria, para establecer la cartografía cultural venezolana teatral en este momento tan hueco, tan difícil, donde el Estado no hace nada, donde las políticas culturales no existen y donde no hay instituciones que se estén preocupando por esto”, dice Antonio López Ortega. “Esta colección va en contra de la desmemoria, lo que quiere mostrar es que, a pesar de todas las penurias, de la crisis enorme y profunda del país, los creadores culturales han estado a la altura de las circunstancias. Con este libro se va a ver que hay talento teatral en Venezuela y fuera de ella trabajando muy fuerte: haciendo montajes, tratando de recuperar salas, escribiendo, actuando, dirigiendo, formándose, produciendo. Vamos a poder, dentro de treinta o cuarenta años, saber qué estaba pasando a principios de siglo XXI en Venezuela con su teatro, vamos poder tener una respuesta en este libro”.