La nueva rumba caraqueña

Las ruinas de lo que ya no existe, la inseguridad y años de crisis económica no han impedido que las generaciones más jóvenes sigan celebrando, en lugares tradicionales o en alternativas que han surgido en los últimos años

Como en muchas ciudades que han vivido colapsos económicos, la vida (también la nocturna) se abre paso

Foto: Eduardo Berrospi

 

Mis compañeros de trabajo, todos veinte años mayores que yo, suelen hablar de lo que fue la noche caraqueña. De ir a discotecas y caminar por las calles oscuras de regreso a casa. Nunca falta el comentario “esa Caracas que los de tu generación no han vivido”.  

Y es cierto, yo no lo he vivido. Le tengo miedo a la noche, como le tengo también miedo al día desde enero de 2017, cuando me robaron. No disfruto las grandes fiestas como mis amigos, quienes a pesar del temor salen a celebrar. 

Pero hoy, así como ha vuelto los conciertos a la capital, también aparecieron locales y espacios alternativos que se han convertido en un punto de encuentro para beber, escuchar música y bailar. Muchos amigos y conocidos expresan su felicidad por estos lugares, que no solo son respiro en un país en crisis, sino también el regreso a espacios cerrados y con muchas personas tras dos años de encierro y distanciamiento. 

Rumbear en zonas residenciales

Este año Scarleth, una amiga de la universidad, nos avisó con un mes de anticipación sobre los planes que tenía para celebrar su cumpleaños. Nos exigió que apartáramos el 10 de junio y nos pidió investigar sobre lugares para bailar en Caracas. 

Se decidió por Acuarela Bar en San Luis, El Cafetal, justamente en la planta baja de la torre Mayupan. El lugar está decorado con luces de Navidad en el techo, una gran bandera de Venezuela y una caricatura con algunas personalidades. Venden pizzas, tequeños, pepitos y tobos de cerveza. Después de las nueve de la noche el local cierra sus puertas, baja la intensidad de las luces, la música comienza a sonar más fuerte y las personas se paran a bailar. Se convierte en una discoteca. El Acuarela Bar también sirve de escenario para comediantes y músicos algunos días de la semana. 

Para los que están dentro del local el ambiente es ideal y los precios, buenos; lo contrario le pasa a las personas que viven en la urbanización, quienes denuncian a diario el volumen de la música y el escándalo que forman algunas personas fuera del local en la madrugada. En agosto, justo dos meses después del cumpleaños de Scarleth, el local fue clausurado por el Servicio Autónomo Municipal de Administración Tributaria, pero abrió de nuevo. 

Esas mismas denuncias las hicieron los habitantes de la calle Ocumare en Colinas de Bello Monte, porque en la quinta Cory funcionaba un bar clandestino que ponía música muy alta. Este espacio sí fue clausurado definitivamente.

También hay otros nuevos bares que, sin quejas públicas por el momento, resuelven la noche de los que se quieren rumbear. 

Yeiber es poeta y en los últimos meses se ha estado formando como bailarín en la academia de baile Introvert Dance, con sede en Radio Gaga PUB & Games en Chacao, en toda la avenida Francisco de Miranda. Varias veces me ha invitado a participar en unos llamados “sociales”, eventos que organiza la misma academia algunos viernes para que sus alumnos e invitados practiquen los pasos que aprenden durante las clases. Para Yeiber este espacio es el ideal para tomar y bailar, pero cree que pronto el bar dejará de ser sede de la academia.

Rumbear en espacios no convencionales

Luis —nombre ficticio— compartió el primero de julio pasado, justo un día antes de mi cumpleaños, fotos de una fiesta en una “locación secreta”. Era un galpón en el barrio El Pedregal de Chacao. Lo más emocionante esa noche fue que conoció a un fotógrafo de National Geographic que le gustó y con el que habló un par de días más. 

Esta fiesta secreta era la quinta edición de HAPE Collective, un proyecto que nació en 2016 en La Habana, Cuba, como una plataforma para que la música y los artistas alternativos pudieran ser escuchados por un público que está en constante búsqueda de novedades.

HAPE Collective hizo la primera edición de su fiesta en Caracas el  22 de octubre pasado, en la azotea del Mercado de Chacao. Se presentaron el DJ Camilo Moreno, la agrupación Kemawan, María José Castejón y Simbo. En las tres ediciones siguientes pasaron por el bar AjíEs en el Parque Los Caobos, por San Agustín y finalmente el galpón en El Pedregal al que fue Luis. Este 21 de octubre tiene en agenda una nueva edición en Bellas Artes.

En 2011 Hugo Chávez ordenó cerrar definitivamente casinos y bingos. Diez años después, Nicolás Maduro dio el permiso para que volvieran a funcionar.

Algunos se reactivaron con nuevas administraciones y otros son nuevos; y en la avenida Urdaneta, a la altura de La Candelaria, un antiguo casino renació como un “ecosistema de economías culturales” llamado Casino Pavilion.

Ese fue el lugar que Camila Bonet y Coromoto Hernández escogieron para comenzar su proyecto Está Jevi, una fiesta pensada por y para mujeres. Su primera edición se hizo el 15 de octubre del año pasado y este 9 de septiembre llegó a su quinta edición. La primera vez asistieron 150 personas y fue aumentando el número de asistentes hasta llegar a casi 700 personas en su último encuentro.

Está Jevi resulta de la tesis que escribió Bonet sobre las fiestas en Caracas para licenciarse en Sociología. Su investigación se centró en el liderazgo masculino las fiestas en la ciudad y así surgió la idea de hacer una fiesta organizada y pensada para mujeres.

En Está Jevi no solo las mujeres se sienten cómodas y seguras, ahora el espacio también es el lugar ideal para la comunidad queer de Venezuela, porque allí no corre peligro ni se le juzga. Sus dos organizadoras también tuvieron desde el comienzo la idea de cambiar la mala imagen del oeste y del centro de Caracas. Coromoto Hernández explica que ella es del oeste y que nunca haría una fiesta en un lugar donde no se sintiera cómoda. Además quiso dar una visión más positiva de la Caracas donde creció y que a mucha gente le da miedo. 

En Está Jevi, la tolerancia a la diversidad está en el centro mismo del proyecto

Foto: Christian Mijares

Daniela —nombre ficticio— asegura que en Está Jevi vivió por primera vez la sororidad en un espacio público. Ella se descompensó en medio de la fiesta porque no había comido nada y las asistentas la acompañaron en el baño y buscaron ayuda.

En los espacios del Casino Pavilion también está Micro Club, un lugar que mezcla fiesta y arte. En cada edición de sus fiestas invitan a DJ nacionales e internacionales y a otros artistas con diferentes propuestas.

Rumbear con plata

Otra alternativa para ir de fiesta en Caracas es la Chiva Rumbera, un autobús réplica del transporte en las zonas rurales de Colombia, que se alquila durante cuatro horas por 800 dólares con servicio de bartender y recreador. La chiva tiene capacidad para hasta 38 personas y solo se alquila por grupos y no por puestos individuales. 

Yeiber, mi amigo poeta y bailarín, me cuenta también de MoDo, en Chacao, diagonal al Mercado. Dice que varias personas se lo han recomendado, aunque nunca ha ido porque no lo puede pagar. 

Los lugares de fiesta con costos elevados no son solo bares o discotecas.

Desde antes del inicio de la pandemia ya sonaba en el este de Caracas OnTheList, un proyecto exclusivo que nació en 2010 y que ahora se encarga de organizar unas fiestas temáticas privadas llamadas Anima Collective.

La diseñadora de modas Marina Taylhardat dirige OnTheList, y para crear Anima Collective se unió con Ghery Di Campo, quien se encarga de producir los eventos temáticos desde el 2000. Este proyecto de fiestas privadas no se quedó en Caracas, también se trasladó a Playa El Yaque, en Nueva Esparta. La próxima fiesta que tiene Anima Collective en agenda es The Vampire’s Party, una fiesta de Halloween que se realizará en el Hotel Tamanaco el próximo 29 de octubre. Los precios para asistir a esta fiesta privada están divididos por paquetes que incluyen servicios de bebida y van desde los 150 hasta los 1.800 dólares.

También desde antes de la pandemia, existe el colectivo Zaperoco. Se describen como unos entusiastas de la noche. Supe de sus celebraciones porque uno de sus organizadores estudió con una amiga mía y por algunos artistas visuales que asistían, en 2019, con mucha frecuencia. La locación de sus fiestas cambia en cada edición, las últimas veces se ha hecho en Barriot, Green Martini, La Quinta Bar y a veces solo lo ponen: “locación secreta”.

Hace par de semanas me escribió mi amigo Raúl para decirme que en La Quinta Bar, en Las Mercedes, había una fiesta temática de Bad Bunny y que quería ir. Esa idea me emocionó, pero al final todos los planes se cayeron. A Raúl le sigue fascinando La Quinta Bar, aunque muchos se quejan del trato del equipo de seguridad del local, quienes dejan entrar a unos y a otros no sin dar explicación. Él mismo, hace varios meses, tuvo que quedarse afuera un rato, mientras tanto veía a otros llegar en grandes camionetas y entrar al lugar sin que los vigilantes los revisaran, le pidieran documentos y pusieran trabas. 

Dejando a un lado el mal momento que se pasa en la entrada, La Quinta es uno de los espacios tradicionales que se mantiene y ahora apuesta a fiestas temáticas inspiradas en artistas musicales del momento como Bad Bunny, Taylor Swift, Dua Lipa y Daddy Yankee. 

Cada fin de semana descubro un espacio nuevo gracias a mis amigos y a Instagram. No mentiré, muchos videos me hacen querer estar en esas fiestas, vivir lo que otros de mi edad están disfrutando ahora. Aunque todas las veces que lo intento me siento incómoda a mitad de la noche. Capaz algún día, cuando me anime a ir a una de esas fiestas en espacios alternativos, pueda llegar al trabajo y contarle a mis compañeros que mi generación, con miedo y todo, sí disfruta de la noche y de sus fiestas en Caracas.