Entre las imágenes que más rodaron en las redes sociales venezolanas durante el apagón nacional de 2019, estaba la de una cabeza de jaguar que encontraron en una calle de Maracaibo. Muchos pensaron que formaba parte de los restos de algún ritual de santería. Pero la bióloga María Fernanda Puerto-Carrillo, la líder del Proyecto Sebraba para rescatar las poblaciones de jaguares del sur del Lago de Maracaibo, dice que no fue parte de un ritual religioso.
Para Puerto-Carrillo, esa cabeza debió ser de un ejemplar que era la mascota exótica de alguien con dinero (algo relativamente común en Venezuela); al morir, su dueño habría conservado la piel y desechado la cabeza. En cambio, en la santería, se busca usar todo, incluso la cabeza del jaguar, como lo descubrió la bióloga en entrevistas con fieles de esta religión de origen yoruba. Hay de hecho una demanda interna de jaguares en cautiverio para su uso en rituales mágico-religiosos, dice Puerto-Carrillo, y su equipo ha recibido reportes sobre pieles de jaguares exhibidas en las celdas de pranes de prisiones de la zona, como el Retén de San Carlos, como símbolos de estatus y poder.
La cacería ilegal y la deforestación han reducido la distribución histórica del jaguar en Venezuela a un 65 % del área original, cuando antes abarcaban casi todo el país. Los jaguares del sur del Lago tienen un comportamiento similar al de los del Delta del Orinoco (aún no estudiados a fondo) y a los del pantanal de Brasil. Puerto-Carrillo comenzó a investigarlos en 2007. No había investigaciones sobre esa población, donde ella descubrió una ecología distinta a la de otros jaguares del país, viviendo en ciénagas y alimentándose de especies endémicas de la cuenca del Lago, como el galápago de Maracaibo (Rhinoclemmys diademata), el perro de agua pequeño (Lontra longicaudis), una subespecie de baba más asociada a Centroamérica que al resto de Venezuela (Caiman crocodilus fuscus), y el piro piro o chigüire menor (Hydrochoerus isthmius, endémico de la cuenca a nivel nacional).
Así, de la mano de Puerto-Carrillo, nació el Proyecto Sebraba (de la palabra sebraaba, “jaguar” en la lengua del pueblo indígena barí) para estudiar el tamaño poblacional y los comportamientos de los jaguares del sur del Lago. Primero, entre 2011 y 2015, se instalaron cámaras-trampa en áreas silvestres privadas aledañas al parque Ciénagas de Juan Manuel. Posteriormente, de 2016 a 2018, se instalaron en partes del parque y en la reserva de fauna silvestre Ciénagas de Juan Manuel Aguas Blancas y Aguas Negras. De esta manera, lograron monitorear 600 kilómetros cuadrados, desde Puerto Concha hasta el Río Bravo, donde se han contado hasta ahora 3,37 individuos por cada 100 kilómetros cuadrados.
Una isla de jaguares
Los monitoreos mostraron que los jaguares se estaban apareando en las ciénagas al sur del Lago de Maracaibo. María Fernanda Puerto-Carrillo observó, sin embargo, que no se había producido ninguna cría en dos años. Simultáneamente, el equipo comenzó a notar lesiones en la piel de algunos de los felinos. Un año después, durante un segundo muestreo de cámaras-trampas, todos los jaguares lesionados habían desaparecido. “No sabemos si es consecuencia de algún problema genético”, dice Puerto-Carrillo, quien comparó sus observaciones en el sur del Lago con los hallazgos del Hato Piñero, en Cojedes, donde colaboraba en las investigaciones del doctor Wlodzimierz Jedrzejewski del IVIC. Allí, los jaguares eran particularmente fértiles.
Algo estaba mal en las ciénagas zulianas.
Como pudo descubrir el Proyecto Sebraba, los bosques —para 1998 talados a un 20 % de su extensión original, según el científico Omar Linares— están cediendo a la expansión de las plantaciones de palma aceitera y plátano.
Esto ha llevado a la creación de una barrera vegetal de gran tamaño entre el parque nacional Ciénagas de Juan Manuel y el parque nacional Sierra de Perijá, dos áreas donde habitan los jaguares. Así, aunque ambos parques sirvan de refugio, el parche de bosque se está reduciendo aún más y aunque sirva de isla también ha hecho que se aíslen las poblaciones de jaguares al sur del Lago. Ese aislamiento reduce la diversidad genética y es el origen de las lesiones y la infertilidad.
Aunque la cooperación internacional por preservar el jaguar se ha incrementado en los últimos años, un estudio reciente continental ha descubierto que las poblaciones de jaguares —distribuidas en 18 naciones— están muy fragmentadas debido a la deforestación, lo que ha llevado a una pérdida de diversidad genética que podría resultar en su eventual desaparición. De las 34 subpoblaciones geográficas del jaguar a nivel continental, dice Puerto-Carrillo citando una investigación del biólogo mexicano Antonio de la Torre, solo la del Amazonas es robusta. Además, países como Brasil, Bolivia y Surinam han visto una creciente demanda desde China por partes de jaguar que sirvan de reemplazo en la medicina china al uso de partes de tigre —cada vez más protegido en Asia. Recientemente, varios conservacionistas han vinculado esta demanda con los proyectos de construcción chinos en la región. Puerto-Carrillo ha investigado al respecto, pero aún no ha dado con una demanda dirigida a China a nivel nacional. También, la crisis alimentaria que azota al país he diezmado las poblaciones de presas del jaguar al sur del Lago como el galápago de Maracaibo y los piro piros, forzando al jaguar a competir con la gente por su comida.
Puerto-Carrillo explica que la preservación del jaguar en la región es urgente y necesaria pues es una especie clave, el depredador tope de Sudamérica, con el rol fundamental en el ecosistema de regular las poblaciones de vertebrados de menor tamaño. Su extinción en un área resultaría en un desequilibrio ecológico debido a la posterior destrucción de la flora debido al consumo desmedido de parte de estas poblaciones desreguladas de herbívoros.
Además, el jaguar es una “especie sombrilla”: es decir, necesita amplios territorios continuos y saludables para subsistir y que, por ende, proteger a los jaguares es proteger estos espacios. Así, las especies de menores requerimientos —menos llamativas y carismáticas para establecer propuestas de conservación— que habitan allí, son protegidas por la ‘sombrilla’ de la especie carismática.
Un corredor de bosque
En marzo de este año, Puerto-Carrillo fue una de los tres ganadores del premio internacional Future for Nature que se entrega anualmente para apoyar financieramente los proyectos conservacionistas de gente “joven, talentosa y ambiciosa”, de acuerdo a la página web de la organización Future for Nature. Con este nuevo financiamiento, el Proyecto Sebraba no solo planea expandir y sofisticar sus actuales investigaciones, sino también desarrollar métodos que mitiguen el conflicto jaguar-humano en las fincas y crear un programa educativo de preservación de especies en los colegios locales.
Puerto-Carrillo también se ha enfocado recientemente en identificar, a través de imágenes satelitales, posibles rutas para un propuesto corredor de bosque que una los parques Sierra de Perijá y Ciénagas de Juan Manuel y acabe con el aislamiento poblacional de los jaguares del sur del Lago. Incluso se reunió con las autoridades de Inparques en Caracas a finales del año pasado para proponer la creación de un área protegida pequeña entre ambos parques que sirva este propósito que considera “urgente”. Lamentablemente, “esto ha quedado allí, porque ellos lo vieron como algo necesario”, dice la bióloga, pero “no hemos tenido más reuniones y no se ha concretado nada al respecto”. De todos modos, Puerto-Carrillo se ha reunido con hacendados locales para delimitar las zonas más viables pues varios están dispuestos a permitir bosques en parte de sus tierras para la creación del corredor.
Proyecto Sebraba ha prosperado en un contexto de conflicto armado pues grupos paramilitares locales y grupos disidentes de las FARC controlan extensas áreas al sur del Lago. De hecho, la alcaldía de Colón ha creado la figura legal de “Consejo de Seguridad del Lago” para crear un convenio con estos grupos paramilitares que están en constante conflicto con las guerrillas colombianas.
Para trabajar, Puerto-Carrillo y su equipo han tenido que conversar con los líderes paramilitares que delimitan las reglas, horarios y áreas en donde movilizarse pues el equipo del Proyecto podría terminar en fuego cruzado si no respeta estas normas y acuerdos.
Aún así, la mayor preocupación de los integrantes de Proyecto Sebraba son los piratas del Lago: grupos criminales con armas de largo alcance y rifles que se mueven por vías fluviales en la costa suroeste del Lago, atacando pueblos como Congo Mirador y Puerto Concha, y escondiéndose en caños para robar a pescadores y pasajeros además de motores y equipos.
“Hasta el momento no he tenido problemas con los paramilitares”, dice Puerto-Carrillo, “Ellos tienen la zona custodiada, trabajan en alianza con la policía del sur del Lago”. Con los piratas, en cambio, sufrió una persecución fluvial cuando colaboraba con otra bióloga en un proyecto sobre delfines. La persecución terminó cuando la lancha llegó a la costa: territorio paramilitar.
Por su parte, Inparques ha colaborado con el proyecto prestándole el bote que utilizan para movilizarse por el Lago y asignándole guardabosques que “terminaron siendo asistentes” de la segunda etapa de monitoreo poblacionales. Aun así, las posibilidades de vigilancia de los guardabosques han disminuido por falta de botes y de combustible debido a la crisis.
Puerto-Carrillo, tras recibir el premio, ahora está trabajando con hacendados con los que ha hecho alianzas para intentar prontamente diferentes estrategias que disminuyan la depredación de ganado de parte de los jaguares. Con estas pruebas, el Proyecto planea determinar la más eficaz para usarla en otras haciendas. Además, Proyecto Sebraba está concretando alianzas cruciales con empresas cacaoteras como Campo Lindo —una exportadora de cacao cuya sede principal está en Holanda— para recibir ayuda económica, una donación que dependerá de las ventas de exportación de la empresa. También, en Caracas, el Proyecto ha creado una exposición fotográfica sobre los jaguares del Lago que ha sido exhibida en diferentes galerías, museos y escuelas. Esto ha atraído a un pueblo ajeno que se ha involucrado con el proyecto y lo ha llevado más allá del sur del Lago.
La visibilidad nacional e internacional del Proyecto Sebraba, ha generado llamadas de apoyo e interés desde todo el país. “Nos emociona que muchas de ellas han sido de ganaderos que quieren atender el conflicto [humano-jaguar] porque no quieren matar al jaguar”, dice Puerto-Carrillo, quien espera que las estrategias que sean exitosas en el sur de Lago puedan ser replicadas en otras regiones del país porque existe una voluntad conservacionista en muchos ganaderos. “Hay voluntad de las personas en conservar al jaguar”, dice María Fernanda Puerto-Carrillo. “Yo lo considero el mayor logro del Proyecto”.