El monopolio chino de la salud venezolana

Al cabo de años de contratos multimillonarios, lo que queda del aparato asistencial es surtido casi en su totalidad por una única compañía basada en Beijing: Meheco

Un solo gran proveedor es una solución para el régimen, pero será un gran problema cuando se canse de que no le paguen

Foto: Sofía Jaimes

Mientras atiendo a uno de las decenas de niños con gripe que acuden diariamente a consulta del ambulatorio rural tipo II de Tabay, cerca de la ciudad de Mérida, un grupo de enfermeras desmontan el viejo equipo alemán de otorrinolaringología de la pared del pequeño consultorio en el que trabajo. Hace años que el equipo dejó de funcionar: sus bombillos diminutos se quemaron mucho antes de que yo pusiera un pie en el ambulatorio y nunca fueron sustituidos. Tras desatornillar las bases metálicas empotradas a la pared y guardar el viejo equipo en el depósito, traen una caja que llegó el día anterior, junto a unos cuantos medicamentos. En su interior hay un nuevo otorrinolaringoscopio, más moderno, más grande.

Estampado en una esquina trae el inconfundible logo de la empresa que lo manufactura en algún complejo industrial chino.

Meheco, fundada en 1984, es parte del China General Technology (Group) Holding, un conglomerado estatal con más de 45 mil empleados y presencia en todo el mundo. Aparte de Venezuela, los principales clientes de Meheco en la región son Cuba, México, Ecuador, Colombia y Brasil.

Meheco manufactura prácticamente cualquier cosa que pueda encontrarse en un hospital: guantes, jeringas, soluciones de hidratación, suturas, geles lubricantes, equipos de rayos X y ultrasonido, hojillas de bisturí, parches para ojos, tensiómetros, adhesivo, paletas bajalenguas. Piensa en cualquier insumo médico, probablemente Meheco se lo vende al Estado venezolano desde 2011, cuando se firmó el primer contrato importante con la compañía por 939 millones de dólares, algo sin precedentes en la historia farmacéutica de Venezuela. 

Lenta pero decididamente, los viejos equipos de rayos X Toshiba o General Electric, las suturas Johnson and Johnson, los ventiladores mecánicos y máquinas de anestesia Dräger, y prácticamente cualquier equipo o insumo dentro de los hospitales públicos venezolanos ha sido sustituido por su equivalente manufacturado por Meheco. 

La mayor parte de estos productos Meheco son de buena calidad, y la queja más recurrente es que los manuales en mandarín son imposibles de entender, o los repuestos imposibles de encontrar. Pero en 2017 se descubrió que un lote de soluciones endovenosas importadas a Venezuela por la compañía estaba contaminada con una peligrosa bacteria. El Ministerio de Salud emitió una alerta y el lote en cuestión fue retirado del mercado, pero Meheco no fue sancionada de ninguna manera y los contratos se mantuvieron.

Fue muy distinta la respuesta de las autoridades venezolanas en el caso de la empresa Orpin Farma, en 2009, que manufacturaba este tipo de soluciones en el país. Cuando se encontró en una situación similar, porque se descubrieron faltas serias en sus protocolos de higiene, se paralizó su producción y  el Estado expropió la empresa dos años después. Con Meheco nada de esto pasó.

Grandes anuncios y grandes números

Las soluciones intravenosas son parte de los miles de insumos importados desde China a Venezuela, en el contexto de los diversos contratos firmados con Meheco. En 2014, Meheco recibió un pago por 173 millones de dólares para traer al país insumos que serían distribuidos a los centros de salud de la red Barrio Adentro. Un año después se firmó un nuevo contrato por 124 millones de dólares para importar, entre otras cosas, 17.477 piezas de material quirúrgico, más de un millón de insumos odontológicos y 9.935 piezas de material traumatológico. 

Además, Meheco y otras compañías chinas han sustituido a varias empresas nacionales y extranjeras que antes cubrían la demanda de insumos médicos de la red sanitaria pública. Las inmunoglobulinas, anticuerpos necesarios para el manejo de diversas inmunodeficiencias y cuadros como el Guillain-Barré, son un buen ejemplo: en 2016 el gobierno importó  11.500 viales de este medicamento desde China. 

Hasta 2015 este medicamento de alto costo era producido por Quimbiotec, una empresa estatal dependiente del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), que en el pasado llegó a exportar este y otros medicamentos a varios países latinoamericanos. Quimbiotec fue fundada en 1988 y en 1995 se convirtió en una de las pocas compañías biotecnológicas de América Latina que producían hemoderivados, así como en el principal proveedor de estas sustancias en Venezuela. A partir de 2011, tras cambios administrativos importantes, la producción empezó a caer, y en 2015 una serie de obras de remodelación mal planificadas e irregularidades administrativas pararon la producción por completo. Para 2016 la planta de Quimbiotec se encontraba trabajando a menos del 10 % de su capacidad, y poco a poco sus productos fueron reemplazados por equivalentes chinos.

Meheco también estuvo involucrada en el desarrollo de multimillonarios proyectos de infraestructura que nunca se concretaron. La memoria y cuenta del Ministerio de Salud de 2013 revela que la compañía china presentó un proyecto para la construcción, en Guárico, de una planta de material médico quirúrgico (jeringas, equipos de transfusión de sangre y soluciones intravenosas) por un costo estimado de 150 millones de dólares. El proyecto avanzó hasta el punto en que una comisión técnica de Meheco visitó el terreno destinado a la construcción. Sin embargo, la memoria y cuenta del año siguiente se limita a comentar que las mesas de trabajo para evaluar la factibilidad de la construcción se habían establecido, sin especificar si algún contrato llegó a firmarse o no. Hoy se desconoce el estado del proyecto. 

En 2013, el Estado pagó a Meheco unos 45 millones de dólares destinados a importar materia prima para el funcionamiento de una planta productora de antibióticos cuya construcción inició en 2011 y nunca se terminó. Datos del ministerio de salud revelan que se compraron a Meheco más de 2 toneladas y media de medicamentos para este proyecto. En 2015 los medicamentos estaban vencidos y la construcción de la planta no había avanzado.

El dragón de papel

El monopolio chino en la industria médica venezolana no es casual y responde a una política de Estado diseñada para que Beijing gane influencia en cada vez más países. Como reporta The Economist, el valor total de los préstamos emitidos por China a países en vías de desarrollo pudiese ascender a más de 700 mil millones de dólares. En América Latina 15 países han recibido dinero chino, aunque aparte de Venezuela, solo Brasil y Ecuador lo han hecho en cantidades considerables. China le ha prestado al gobierno venezolano más de 62 mil millones de dólares.

Como con el resto de las inversiones del país asiático en Venezuela, la magnitud real del rol que Meheco juega en la red de salud pública nacional no está del todo clara y la poca información disponible viene de las declaraciones que las autoridades sanitarias dan esporádicamente. Lo que sí está claro es que los miles de millones de dólares invertidos en insumos médicos contrastan con la realidad de los hospitales públicos venezolanos, donde la escasez es la norma y suele ser imposibles encontrar equipos que deberían estar ampliamente disponibles, como máquinas de rayos X o de tomografía. 

Los millonarios contratos firmados con China no se han traducido en un mejor sistema de salud para Venezuela, un país que actualmente sufre la mayor crisis sanitaria del continente americano; pero además han hecho que el sistema sanitario se vuelva excesivamente dependiente de los acuerdos comerciales con China. Acuerdos que hasta el momento han sido pagados con petróleo, pero que en un futuro en el que la producción petrolera venezolana siga descendiendo, podrían verse seriamente afectados, dejando en una situación aún más delicada el ya muy precario acceso de los venezolanos más necesitados a servicios sanitarios de calidad.