Los dos destinos del peronismo y la democracia venezolana

Un número de la revista Time de 1947 contiene dos reportajes, sobre Argentina y Venezuela, que describen la génesis de dos grandes procesos políticos. Uno de ellos acaba de volver al poder. Del otro casi no queda nada

Poco se recuerdan las tensiones sociales que causó el proceso constituyente de 1947, bajo esa junta cívico militar que los uniformados disolverían al año siguiente

En el número del 14 de julio de 1947, la revista Time puso a Eva Perón en la portada con una leyenda que decía “Between two worlds, an Argentine rainbow” (Entre dos mundos, un arcoíris argentino). En el mismo número, que contenía un extenso artículo sobre Evita y su marido, Juan Domingo Perón, salió una breve nota sobre Venezuela intitulada “No. 22” sobre la aprobación por la Asamblea Nacional Constituyente de la vigésima segunda constitución desde la fundación de la república en 1811. La nota viene ilustrada con una foto de Rómulo Betancourt acompañada de la leyenda “Something to cheer about” (Algo para celebrar). 

Tanto el artículo sobre Evita, quien estaba en su cúspide cual redentora de los pobres, como el de la nueva constitución venezolana, describen procesos de cambio que estaban ocurriendo entonces en América Latina pero cuyas repercusiones se proyectan hasta hoy en día.

En el texto sobre La Presidenta (así la llama el periodista) se cuenta la gira europea de Evita, quien fue a España y recibió la Gran Cruz de Isabel La Católica de manos del mismísimo dictador Francisco Franco. La Señora siguió hacia Italia, donde los comunistas, según cuenta el artículo, la recibieron con manifestaciones de rechazo (“angry demonstrations”) gritándole palabras obscenas. Dice el texto que, en cambio, algunos fascistas “sin remedio” (unreconstructed) aplaudieron la visita, lo que hacía recordar los vínculos olvidados que tenía el gobierno de Perón durante la Segunda Guerra Mundial. 

Con algo de ironía y humor, el periodista de Times presenta las dos facetas de Evita. Por un lado, la Cenicienta devenida feminista y salvadora de los descamisados a quienes recibe en la Casa Rosada, y que reparte comida, medicamentos, juguetes y ropa. Por otro lado, la celebridad, que lleva vestidos de fina seda y exuberantes joyas, a quienes algunos comparaban con la actriz Lana Turner. 

El periodista, seguramente alguien que conocía bien la política argentina (el artículo no está firmado), reconoce la ambigüedad ideológica de las palabras de Evita y del mismo Perón sobre lo que después sería el peronismo. Cita a la Señora en un discurso que dio en España, en el que dijo que ella no venía en representación de ningún eje (haciendo alusión a como se llamaba la alianza entre el imperio japonés, el Tercer Reich y el régimen fascista de Mussolini), “sino como un arcoíris entre nuestros dos países”. Más adelante, se cita a Perón, quien en una alocución de radio dijo: “El trabajo a acometer … debe consistir en erradicar los extremismos del capitalismo y del totalitarismo … y en la creación de una conciencia mundial que ponga al hombre sobre los sistemas ideológicos”. En criollo, podríamos decir que el peronismo se presentaba políticamente como “ni chicha, ni limonada”. Ya en 1947 anunciaba lo que sería después el llamado “movimiento de los no alineados” que pretendía ser una “tercera vía” en torno a la cual se agrupaban los Estados que decían no subordinarse ni a Washington ni a Moscú. 

Era 1947 y el periodismo estadounidense descubría a Evita y a los adecos. Cuánto ha pasado desde entonces

El periodista de Time también nota en el artículo una característica muy propia del populismo peronista. En una foto en la que se ve a Evita y Perón almorzando, la leyenda dice: “Después del almuerzo, pan y circo”. También relata un viaje que Evita hiciera a la provincia de Tucumán, en la que siete personas murieron aplastadas por el tumulto causado por la Señora, quien había ido a repartir regalos a los pobres. Dice el periodista que Eva había mantenido la calma en medio de la tragedia y declarado a los medios: “Traigo un mensaje de amor a los trabajadores de Tucumán”.

Una Venezuela progresista

Al artículo sobre Evita le sigue otro sobre Venezuela. Allí se relata la ceremonia de promulgación oficial el 5 de julio de 1947 de la nueva Constitución votada por la Asamblea Nacional Constituyente, por parte del entonces presidente Rómulo Betancourt. Dice la nota de Time que la constitución, que copia aspectos de la de Estados Unidos, es la que se ubica más a la izquierda en el hemisferio. 

La Constitución de 1947, destaca el periodista, establece derechos sociales y laborales: el derecho a huelga, vacaciones pagadas, pago extra por trabajar los domingos, compensaciones por despido y utilidades. También consagra el derecho a la salud, la educación y al empleo. El Estado tiene un rol en la planificación y dirección de la economía. La propiedad privada es respetada, aunque se prohíben los monopolios, el capital tiene derecho a ganancias razonables (“fair return”), y los gremios patronales son autorizados. 

En el ámbito político, Time señala el carácter bicameral del Congreso, con el Senado y la Cámara de Diputados, y la instauración de la Corte Suprema de Justicia, que tiene el poder de dictaminar la constitucionalidad de las leyes. El período presidencial es de cuatro años, y el presidente es elegido por primera vez por el voto directo y universal de los venezolanos y venezolanas. El presidente no puede presentarse a reelección hasta dos períodos después de culminado el suyo.

La medida más controversial de la constitución, según Time, es el poder que se le da al presidente, previa aprobación del Congreso, para detener de forma preventiva a personas que se sospeche estén implicadas en planes para derrocar al gobierno. Sabemos que esa previsión constitucional no ayudó a Rómulo Gallegos, el primer presidente electo por sufragio directo y universal, quien fue derrocado por un golpe militar el 24 de noviembre de 1948.

Un continente en mutación

Los dos artículos de Time muestran cambios importantes en Suramérica. En el caso argentino y venezolano, el naciente peronismo y el llamado “trienio adeco” significaron la irrupción de las masas en la política a través del voto, incluyendo el voto de las mujeres como ciudadanas con todos sus derechos. También era el comienzo de lo que hoy llamaríamos políticas “populistas” o redistributivas, en los que el Estado tiene un papel central en la economía, es propietario de empresas, y en el que se establecen programas de educación y salud para beneficiar a las mayorías pobres. 

Tanto en Argentina como en Venezuela, este impulso de democratización se vio interrumpido por golpes militares, en 1948 en Venezuela y en 1955 en Argentina. Pero no se puede afirmar que ambos movimientos, el peronista y el impulsado por Acción Democrática, compartan las mismas características. En el caso de Perón y de Evita, el papel del líder carismático es mucho más importante que en el caso venezolano, y tiene tintes cuasi fascistas. La vocación de eternizarse en el poder de Perón se concretizó con su reelección en 1973, en fórmula con su esposa de entonces, María Estela Martínez, conocida como Isabelita, como vicepresidenta. La muerte de Perón unos meses después, y la ascensión a la presidencia de Isabelita, llevó a la Argentina a uno de los periódicos más caóticos de su historia y eventualmente a la terrible dictadura militar a partir de 1976.   

En Venezuela, después de 10 años de dictadura, la democracia regresó el 23 de enero de 1958. Rómulo Betancourt fue elegido presidente de la república, y supo retirarse de la escena pública en 1964. Nunca volvió a presentarse para la reelección porque comprendió la importancia de la alternabilidad en el poder en los sistemas democráticos. Luchó contra la subversión de la derecha y de la izquierda, e inauguró un largo período de estabilidad, crecimiento y desarrollo para Venezuela. 

Hoy, de alguna manera, estamos viviendo las consecuencias de esos dos procesos retratados por la revista Time en 1947. En Argentina el peronismo, en una de sus múltiples mutaciones, ha regresado al poder por la vía electoral. La ambición reeleccionista de Perón, y cierto nepotismo, siguen vivos en el país sureño, luego de Isabelita y de Cristina de Kirchner, que esta semana volvió al poder como vicepresidenta. 

En Venezuela, la democracia betancourista vivió su ocaso y el chavismo le dio su estocada final. Se acabó la alternancia en el poder. Las instituciones han sido destruidas o están muy debilitadas. El país está dominado por un grupo con características criminales que dice defender un ideal socialista. Chávez quiso eternizarse en el poder. La muerte se lo impidió. Pero su legado es corrupción, violencia, nepotismo, muerte y la emigración de millones de venezolanos.