Catuche: la tragedia del lado de Caracas

El deslave de 1999 también causó muchos daños en la vertiente sur del Ávila. Pero en Catuche, años de trabajo en común habían creado una comunidad capaz de aguantar mejor el golpe

El padre José Virtuoso, hoy rector de la UCAB y miembro del Consorcio Social Catuche, participa con los vecinos en su primera protesta ante Miraflores por las promesas fallidas, en 2001

Foto: Archivo del Fe y Alegría La Quinta

En la tarde del domingo 15 de diciembre de 1999, Jenny “Margarita” Hernández se asomó por la ventana de su casa en el sector El Quinder y vio unas ollas navegando en la quebrada de Catuche. Más tarde, a su vecino José Monterola se le estaba metiendo el agua en la casa y subió el equipo de sonido a la platabanda.

Alrededor de las siete de la noche, Mercedes Oviedo, en los edificios del sector Portillo, vio que la quebrada estaba crecida y hedía a lodo. Félix “Cheli” Goidás estaba pendiente de los resultados del referendo para la aprobación de la nueva Constitución y los de la partida de dominó que jugaba con su hermano. El padre jesuita José Virtuoso llegaba medio mojado a la esquina de Portillo desde la esquina de San Pascual. Lisbeth “La Beba” Mora, en el sector El Guanábano, se preparaba para la boda de su hermana al día siguiente. Doris Barreto, quien vivía cerca, llegaba a casa de la última misa del novenario de su hijo.

Pese a la lluvia constante, los vecinos de Catuche habían logrado seguir la tradición de armar los pesebres comunitarios en cada sector para que el padre “Joseíto” los bendijera al caer el día. Así comenzarían las fiestas navideñas, con la parranda y una modesta cena entre los vecinos.

Pero lodo, troncos y piedras bajaron del Ávila hasta la toma de Hidrocapital que surte el tanque de El Polvorín. Allí se formó la primera represa que, al descender, fue surtiendo la inundación en otros sectores hasta formar tres represas más. Así, las cuatro formaron los dos torrentes que, entre las siete y media y las ocho de la noche, atravesaron los sectores El Millo, Los Mecedores, Sabana de Blanco, El Quinder, La Quinta, Bulevar, Portillo, El Guanábano y La Trilla.

Poco más de seis minutos bastaron para que el río rompiera seiscientas casas, casi todos los sistemas de iluminación, las escaleras, veredas, barandas, cunetas, la estación para la medición de lluvias y control de creciente, y todo cuanto se había logrado con el Proyecto Catuche; el plan de desarrollo urbano y ciudadano que, entre otras cosas, había logrado detener la construcción de viviendas improvisadas en el sector y que éste fuese el único de Caracas cuya quebrada contaba con trabajos infraestructurales, de inspección y de mantenimiento.

El deslave de Catuche fue el más grave del lado sur de la montaña en ese diciembre de 1999, pero “casi nadie supo ―cuenta Monterola― porque hubo poquitos muertos, porque hicimos como nos enseñaron: cuando la quebrada subía, teníamos que llamarnos por teléfono para salir de las casas. Todavía no nos creen o ya se les olvidó, pero sí la vivimos bien mal”.

“Todo desapareció de repente”

Ruinas en lo que podría ser el sector Bulevar antes de iniciar los trabajos de limpieza y relleno de terrenos.

Foto: Archivo del Consorcio Social Catuche

“En cuestión de minutos, el río arrasó la quebrada. No lo podía creer: el nivel del agua era de metros de altura y, de repente, vi una inmensa ola de barro y piedra bajando a toda velocidad, enfilada como en un cañón. Fue impresionante, espeluznante” (R.P. José Virtuoso S.J., miembro del Consorcio Social Catuche).

“Pasó la primera tanda de agua. Fue fuerte, pero no se llevó la casa de mi mamá. Cuando subo para mi casa, vino la otra corriente. Si nosotros nos hubiésemos quedado abajo un momentico más, nos lleva, porque eso arrasó con todas sus ganas. Cuando vi para la casa de mi mamá desde la ventana, ya no estaba, se la tragó la segunda ola. Ahí yo le pregunté a Dios si eso era un monstruo” (Mercedes Oviedo).

“Uno siempre busca la religión”

Procesión de El Nazareno por el camino La Ribereña hacia los terrenos en Puerta de Caracas durante la Semana Santa del 2000.

Foto: / Cortesía del Archivo de Fe y Alegría La Quinta.

“Agarramos para la casa de Fe y Alegría de Portillo, para la iglesia de La Pastora, pal Filosofado de los jesuitas, a donde las monjas de Santa Ana, al colegio San Judas Tadeo en Puerta de Caracas, a casa de familiares, conocidos. Había que ubicar como a cinco mil personas esa misma noche y las ubicamos a toditas. Después que todo mermó, quienes todavía tenían algo se quedaron, y los damnificados cogieron para los refugios en la escuela José Ignacio Paz Castillo en Los Mecedores, Parque Naciones Unidas, Fuerte Tiuna, Instituto Nacional del Deporte, el colegio La Salle en Tienda Honda y un colegio frente a la plaza La Concordia. El Fe y Alegría de Portillo se convirtió en centro de acopio y para que la gente se encontrara” (José Monterola).

“En los refugios, fuimos los mejores portados”

El padre Virtuoso durante la misa realizada en el Fuerte Tiuna.

Foto: Cortesía del Archivo de Fe y Alegría La Quinta.

“En cualquiera de los refugios, la gente de Catuche fue la más educada, la más organizada, la más limpia, no robaba, siempre estaba junta, ayudando y pendiente del otro. Hasta el padre Joseíto fue para Fuerte Tiuna a dar la misa del 24 de diciembre. En ese refugio había un coronel o un general de apellido Rondón, que se dio cuenta de cómo nos portábamos nosotros y se lo contó a Chávez” (Jenny “Margarita” Hernández).

“Llevábamos la cuenta de dónde estaba toda nuestra gente”

FOTO 4 (COLLAGE). Publicaciones de circulación mensual para informar a la comunidad

Foto: Archivo de la Asociación Civil Catuche

“Siempre tratamos de que las familias estuvieran juntas y de ubicarlas por sectores, porque eran amigos. Queríamos mantener las relaciones comunitarias, pero cómo, si Catuche andaba disperso por toda la ciudad. Entonces, nos inventamos un periodiquito para decirles que seguíamos buscando soluciones, lo que íbamos logrando esos días, dónde estaban los vecinos, darles una oración porque estábamos en Navidad, recordar los cumpleaños, sacar los mensajes que se mandaban a decir entre ellos… Lo hacíamos en el Centro Gumilla, que se convirtió en nuestra base de operaciones. Apenas sabíamos manejar Word, pero se fotocopiaban trescientos periodiquitos y se llevaban contados a los refugios. Mucha gente que no era de Catuche miraba aquello con asombro y decía que no podían creer que nuestra gente tuviera quien hiciera hasta eso por ellos. Con los meses, fuimos mejorando el periodiquito” (Lisbeth “La Beba” Mora).

“Todo el que pudo, colaboró”

Presentación del plan de reconstrucción de Catuche al príncipe de Asturias. Antonio Ledezma, Felipe II de Borbón, Jesús Orbegozo y José Virtuoso.

Foto: / Cortesía del Archivo de Fe y Alegría La Quinta.

“Aquí aportó Fudep, Cruz Roja, Empresas Polar, Fundación Mendoza, Cesta Tickets. Los comediantes Laureano Márquez y Emilio Lovera hicieron un show para recaudar fondos. El padre Klaus, que había vivido en La Pastora, recogió limosnas en las misas en Alemania. Con todo esto, la Asociación Civil Catuche hizo un fondo rotativo para ir solventando la situación y sobrevivir… ¡Hasta el príncipe de España vino a poner unos riales que sirvieron para limpiar y comprar los terrenos donde ahora están los edificios de Puerta de Caracas!… Estaba Antonio Ledezma de alcalde y ese señor mandaba a la gente de la alcaldía con comida cruda y ropa cada quince días” (Félix “Cheli” Goidás).

“Por aquí pasó Chávez”

Visita del presidente Hugo Chávez a Catuche en enero de 200.

Foto: Cortesía del Archivo de Fe y Alegría La Quinta.

“Dicen que a Chávez le contaron de la gente de Catuche en Fuerte Tiuna y que por eso vino en enero del 2000. Hasta le pusieron una tarima en Portillo. Ese día, el padre Joseíto y su gente le presentaron el proyecto para la reconstrucción de Catuche. Chávez dijo que estaba de acuerdo y le dio órdenes a un tal Rosendo, que era su mano derecha, para que se hiciera cargo de lo que le habían presentado y que le hiciera seguimiento. Una señora de la comunidad le gritó: ‘¡Presidente, póngalo por escrito, porque la palabra se la lleva el viento!’ Y él dijo: ‘Con mi palabra basta’. Pero no bastó” (Doris Barreto).

“Lo que vino después fue más desgastante, pero valió la pena”

Protestas de la comunidad de Catuche.

Foto: Cortesía Archivo de Fe y Alegría La Quinta

“Con ayuda de los jesuitas, se logró limpiar la zona, comprar los terrenos y replanificar Catuche. En ese interín, destituyeron a la arquitecta Josefina Baldó como presidente del Conavi y pusieron al arquitecto José Matamoros. Y empezamos la lucha tremenda por las viviendas: problemas con Matamoros, marchas, protestas, trancas de calle y escritos, y otros escritos, y más escritos, hasta que le metimos un recurso de amparo al Estado y se lo ganamos. Fuimos muy organizados. Así logramos hacer 199 viviendas… Todavía nos deben 201, así que seguimos en la tragedia” (Doris Barreto).