Ser una persona no binaria en Venezuela 

Hay quienes no se sienten ni hombre ni mujer, una realidad humana muy antigua que no siempre ha tenido un justo correlato institucional. En Venezuela suelen llevar una vida marginal

Rorro encontró en el modelaje la vía para expresar el modo en que concibe su identidad como persona

Foto: Composición por Sofía Jaimes Barreto

Más allá de la anatomía que permite clasificar a las personas como hombre o como mujer —o, en su defecto, como hombre o mujer transgénero—, el género tiende a considerarse cada vez más como un espectro muy amplio en los países desarrollados. No siempre fue así, hubo miles de dificultades y prejuicios hasta hace nada, pero ahora las personas que no conciben su género con categorías preestablecidas, pueden aspirar a una identidad y a respeto y reconocimiento de la sociedad en la que viven.

Demasiado para un país donde casi que cualquier derecho es un privilegio. En Venezuela las personas no binarias son un grupo muy vulnerable, cuya posibilidad de marginalización es grande.

—Jurídica y socialmente, aquí las personas no binarias no existen. Es una realidad dolorosa, porque de alguna manera anula a muchas personas que viven el proceso de autoreconocimiento de manera distinta —afirma Jau Ramírez, director de la ONG merideña Movimiento Somos.

Pero, ¿qué significa ser una persona no binaria en Venezuela?

Identidad neutra

El no binarismo aparece en los años noventa, cuando los movimientos por los derechos de las personas transgénero comenzaron a ahondar y quebrar las definiciones tradicionales de género. Antes, no estar conforme con el género que te asignaban al nacer, según tu fenotipo sexual, implicaba adoptar estrictamente lo que el otro género simbolizaba, y mucha gente no se sentía cómoda con esa estructura dual. Así nació la corriente identitaria neutra, que ha adoptado pronombres sin género en algunos idiomas (they/them en inglés) y ha cambiado los propios en otros (elle/ellx en español).

Pero la formación social y legal de las autoridades venezolanas está ligada a una cultura fundada en la biología y en tradiciones concebidas según los conceptos tradicionales de hombre y mujer, de lo masculino y lo femenino. Esto hace que la discriminación y el maltrato sean casi inevitables, pues la gente debe asumirse u hombre o mujer, según sus características anatómicas al nacer, para poder cumplir con trámites legales o procesos administrativos. 

Los problemas no se limitan al ámbito jurídico: las personas no binarias también tienen serias dificultades para conseguir o mantener empleo, para relacionarse con su familia o para establecer vínculos amorosos. En algunos casos, como el de Rorro, las profesiones más abiertas, como el modelaje, han sido la solución.

—Al momento de actualizar mi cédula, siempre me pedían que me recogiera el cabello y que no me maquillara. Y conseguir un trabajo donde no tengas que cambiar quién eres es casi imposible. La agresión es cotidiana. 

Esas microagresiones como las que cuenta Rorro, que parecen tonterías, realmente ponen en riesgo a las personas no binarias. Por su aspecto, o por una gestualidad que no se conforma a los patrones tradicionales de lo masculino y lo femenino, sufren acoso, detenciones policiales, agresiones físicos y verbales, discriminación.

—Constantemente yo me preguntaba por qué no podía usar la ropa que me gustaba. En algún punto, analizando la historia del arte y el modelaje, llegué a la androginia, y buscando en internet llegué al no binarismo. Ahí fue donde pude separar el género de la ropa y sentirme cómodx —dice Rorro.

En Venezuela, el machismo marca nuestra forma de concebir la identidad, y eso fue lo que motivó a Alexander a explorar:

—Descubrí que había algo diferente en mí cuando sentía que no encajaba. No me gustaban las cosas que le gustaban a los niños, pero no me sentía cómodo con las niñas. Esa es de las mayores dificultades en este país: cómo el machismo intrínseco espera que hombres y mujeres sean de cierta manera. Hasta la misma comunidad sexodiversa te juzga.

Porque hasta dentro del activismo LGBTIQ+ venezolano, se desconocen los enfoques más actuales del tema. Jau Ramírez lo explica con estas palabras:

—La política no incluye el no binarismo porque no lo tiene claro. Incluso hasta hace año y medio, nosotros no lo teníamos tan claro, hoy somos de las pocas organizaciones que abogan por su reconocimiento. Muchas organizaciones en Venezuela que hacen un trabajo importante no incluyen a las personas trans no binarias.

Activismo binario

Dice Ramírez que en Venezuela ha habido algunos avances en ordenanzas o políticas públicas locales, como en Mérida o Chacao, pero cuando se habla de las personas transgénero, igual se asume un enfoque binario:

—Jurídicamente, en Venezuela, la situación es bastante compleja para las personas LGBTIQ. Hay demandas en el Tribunal Supremo de Justicia vinculadas al tema de la identidad trans, pero siguen siendo binarias, es decir, que incluso en el caso de que haya un avance con respecto a los derechos civiles de la población trans, van a reconocer a las identidades vinculadas a la identidad de género binario, dejando por fuera a las personas no binarias —agrega.

Le preocupa que desde las vocerías por derechos civiles, así como en la radio, la televisión, la prensa y la cultura, no haya representaciones de personas no binarias, lo que genera más desconocimiento y rechazo en la sociedad. Como avances, se refiere a ordenanzas municipales (Chacao, Libertador, El Hatillo, Baruta, Carrizal, San Felipe, Naguanagua y Bejuma) y estadales (Mérida, Bolívar, Carabobo) que prohíben los actos de discriminación por orientación sexual o identidad de género en el espacio público, y que muy poco se cumplen.

Algunas de estas personas han encontrado una forma libre de vivir su identidad al emigrar. Es el caso de Aru, de 27 años, quien ahora reside en Estados Unidos, un país con políticas públicas dirigidas a la población no binaria, como el cambio de género en su identificación legal, programas de acompañamiento psicológico, centros de salud especializados y protección contra la discriminación.

—Mi vida como persona no binaria —dice Aru— ha mejorado muchísimo desde que migré. Apenas dejé de vivir con mi familia, tuve la oportunidad de explorar mi expresión de género y cambiar la manera en la que me relaciono con mucha gente. Puedo ser yo mismx y sentir que es posible tener identidad legal y socialmente, a diferencia de Venezuela, donde tenía que actuar como alguien que no era para poder disfrutar de mis derechos básicos.

Según números oficiales de la UCLA, el 0,6 % de la población adulta estadounidense (1,4 millones de habitantes) se identificaba como transgénero en 2016. El National Center for Transgender Equality afirma que entre el 25 % y el 35 % de esta población se asume como transgénero no binario, además hay quienes se identifican como persona no binaria, pero no como persona transgénero.

Vivir en riesgo

Para las personas cisgénero 一término utilizado para describir a la gente cuyo género coincide con su fenotipo sexual一 la vida no tiene mayores complicaciones, pero para las personas no binarias, asumir su particularidad puede significar la anulación total. Ramírez afirma que la relación con el mundo de las personas transgénero no binarias es mucho más difícil. Conseguir que se les trate con un pronombre neutro en el ámbito público es imposible. El cambio de nombre, la categoría binaria del uso de la ropa y el uso de barba o cabello largo son dilemas que afectan su calidad de vida y que impide muchas veces su comunicación con el mundo, cuando no generan agresiones y violencia.

—Es que no es mi género lo que me amenaza —comenta Aru— sino lo que conlleva vivir sin ser cisgénero. 

En el Movimiento Somos tienen una plataforma para apoyar a todas estas personas que se llama No Estás Solx. La idea inicial fue acompañar a personas transgénero binarias, pero ahora hay 6 personas transgénero no binarias entre los 374 participantes. 

—Los apoyamos en el ámbito psicosocial de la mano de la unidad de psiquiatría del Hospital Universitario de Mérida —dice Jau— . El 100 % de quienes han participado en la plataforma afirman que han tenido ideas suicidas o intentos de suicidio a lo largo de su vida, debido a su identidad de género. Esto para nosotros es llamativo y alarmante, e indica la incompetencia del sistema de salud público y del Estado venezolano. 

La mayoría de esta gente rompe relaciones con sus familias conservadoras, pero muchas encuentran, en amistades y parejas, el apoyo que necesitan. Ampliar sus perspectivas sobre el género y percibir que el mundo se está abriendo a nuevas identidades ha sido un salvavidas, así como evitar al máximo los trámites legales. 

—Hay muchos retos aún, en especial el de involucrar a las personas no binarias en estos procesos de construcción y participación dentro del movimiento. Suena sencillo, pero es crucial —dice Jau.

Para el Movimiento Somos, el lenguaje no solo es importante, también es una herramienta política que debe aprender a usarse. Por eso, con el Departamento de Lingüística de la ULA, desarrollaron la primera investigación sobre lenguaje inclusivo en Venezuela. Pero cuando propusieron esta investigación, recibieron ataques y amenazas porque la consideraron una acción “comunista bolivariana de neolengua y otro montón de discursos de odio, basados en sesgos ideológicos”. Su intención, sin embargo, es que se reconozcan institucionalmente los derechos de todas las identidades y elecciones individuales de género, lo cual es un derecho humano que trasciende posición ideológica o política. 

El movimiento Somos tiene como política institucional el lenguaje inclusivo en todas las comunicaciones internas y externas de la organización, así como la obligación de referirnos a las personas con el género y pronombre autopercibido. Actualmente, intentan abrir la primera cátedra de lenguaje inclusivo en la Universidad de Los Andes.