Cómo la guerra en la Cota 905 afecta a los caraqueños del suroeste

Mientras los cuerpos de seguridad del régimen toman posiciones que pertenecían a la banda de alias El Koki, los vecinos cuentan cómo es intentar vivir bajo ese nivel de violencia

La violencia no ha dejado de escalar y los ciudadanos comunes siguen atrapados entre dos fuegos

Foto: Composición de Sofía Jaimes Barreto

Accesos viales y negocios cerrados, personas caminando en grupos sin conocerse y sin la certeza de llegar a sus trabajos o a sus casas, largas colas de vehículos, cortes de electricidad en El Paraíso que luego se extendieron a sectores de El Cementerio y la Cota 905… Otra vez, el oeste de Caracas se encuentra tomado y tenso: más de ochocientos funcionarios de las fuerzas de seguridad del Estado buscan a Carlos Luis Revete, alias “El Coqui” o “El Koki”, casa por casa en la Cota 905. Otra vez.

 

En La Vega, dicen que los enfrentamientos iniciaron el miércoles 7 de junio porque la policía hirió a un malandro amigo de El Koki en El Valle y en el hospital lo dejaron morir. Dicen que fue porque los delincuentes dispararon hacia El Helicoide e hirieron a dos funcionarios y estos respondieron. Dicen también que la balacera está hacia los lados de la plaza Madariaga, El Cementerio y la avenida Victoria, como también dicen que el enfrentamiento fue para tomar la zona del Hipódromo de La Rinconada.

Dicen además que la diferencia con respecto al episodio anterior es que ahora no es un show del gobierno, que la policía logró entrar a la Cota 905 y que destruyeron “La Gallera” y así, todas las rumbas de la banda. Dicen con esperanza que, ahora sí, “como que se están tomando la vaina en serio, porque el mismo gobierno les dio mucho poder y ahora se lo quieren quitar”.

La molestia es de casi todos y coinciden en que “se acabaron las tonterías de estarle quitando las camionetas de alto lujo a quienes pasaban por El Cementerio o de someter a las personas que transitaban a pie por ahí, porque eso no resolvió nada”. Ahora, la violencia, la angustia y la incertidumbre son mayores y “la gente que sale a protestar tiene que dejar la pendejada, no puede tener el barrio en la mente para seguir defendiendo a la banda porque los ayuda. Todo sea por vivir tranquilos, pero ya veremos qué pasa mañana”.

 

Recogimos varios testimonios sobre las experiencias vividas ayer jueves, para componer un rompecabezas de cómo puede sentirse eso desde el terreno. Todos los nombres de los entrevistados fueron cambiados para proteger su identidad.

María, desde la redoma de La India

“Las detonaciones comenzaron el miércoles a las 3:00 pm. Han pasado veinticuatro horas de detonaciones sin parar. Primero se escuchaban muy cerca de La India. Luego, más lejos. Hoy, jueves, se escuchaban cerca otra vez desde las 6:00 am y en la tarde, se escuchaban más lejos. Ahora estoy trabajando desde la casa mientras se calma la situación, porque me fue muy difícil poder regresar y entrar”.

Mario, desde la bajada de Los Bloques

“Lo de hoy fue tan feo que no pude regresar a la casa. Me tuve que quedar en Catia… Salí al trabajo como a las 9:00 am, estaba esperando que se calmaran los tiros. Siempre voy por el bulevar de La Vega para agarrar la camioneta en La India, pero hoy me tuve que meter por detrás. En todo ese trayecto estaba escuchando disparos y más disparos. Cuando estaba en la oficina, me iban contando que eso era plomo y más plomo, todo el día… Cuando me dijeron que no había acceso a La Vega, me puse a buscar habitaciones por Catia para mudarme. Si llego a encontrar una, no lo voy a pensar dos veces, no quiero que mi vida corra tanto peligro. No se puede vivir así y me dan arrechera las personas que están en contra de que se meta la policía, porque van a salir heridas personas inocentes, pero no ven que serán más los heridos y los muertos si dejamos que esa banda siga haciendo lo que le da la gana. Quizás yo sea un desgraciado diciendo esto, pero que algunos inocentes paguen es el precio de una guerra. Igual no todos los muertos serán inocentes, porque el que mata a hierro, a hierro muere”.

Isabel, desde el sector El Petróleo

“Para agarrar la camioneta para ir al trabajo tuve que caminar hasta más allá de la bomba de La India como quien va hacia el puente de Los Leones. Eran como las seis y pico, y ya había pocas camionetas y una aglomeración. Los vecinos me dijeron que hay que tener cuidado, que no hay que estar saliendo mucho a arriesgarse por ahí, pero toca salir, porque, por ejemplo, para hacer mercado, cómo se resuelve si los negocios de por aquí no quieren abrir. Subí a pie como a las cinco y pico, y aquello era ráfagas, ráfagas, ráfagas de tiros, incluso en donde yo vivo. Caminamos juntos rogando a Dios. Todo estaba desolado”.

Pedro, desde la Urbanización Terrazas de La Vega

“Hoy nos despertamos con tiros, como ya viene siendo habitual desde que la banda de El Koki ha estado incursionando por esta zona alta de La Vega. La angustia vino por las explosiones y el amedrentamiento que, aunque no fueron en el sector, nos salpicó. Cuando salí en la mañana temprano, en carro, ya subían las tanquetas con muchos funcionarios. No pude regresar. Algunos de mis vecinos dejaron el carro en otro sitio y subieron caminando. Ahora nos preguntamos: ¿Cuándo, efectivamente, se va a poner fin a esto? ¿Los cuerpos policiales tienen suficiente capacidad para entrarle a esto? ¿Qué va a pasar y qué nos va a pasar?”

Andrés, desde el sector Los Cangilones

“Dicen que esto es nada y que ahora El Koki va a venir con todo, pero Dios quiera que no suceda más nada… Cerquitiquita de la casa no hay esa plomamentazón, pero dicen que las bandas se están activando cerca, en El Carmen y Valle Alegre, que es donde están metidos varios delincuentes. La zozobra en la casa es cuando se escuchan los tiroteos, por los muchachos de nosotros. Todos corremos los riesgos de cualquier cosa y esto nos pone pensativos, pero la cosa no está fácil para vivir en otro lado. Aquí está mi muchacho empapándose de la situación, entendiendo qué es lo que está pasando, porque ya no es tan pequeño. Uno está tenso, pendiente de que no vaya a caer quién sabe con qué juntica y en qué escenario. También está el otro temor: dicen que La Vega va a ser tomada como zona de paz, porque este tipo tiene poder y el gobierno no ha podido, ¿qué puedes esperar tú de eso?”

Sara, desde el sector Las Casitas

“Yo no vivo en La Vega, pero voy prácticamente todos los días, porque hay cosas en la escuela que se tienen que resolver personalmente. Ayer estuve todo el día. Llegué como a las 6:35 am y la señora del café de la esquina del colegio no estaba, me pareció extraño. Eso estaba muy solo, mucho silencio. Me puse a revisar las noticias en las redes sociales y ahí fue que supe lo que estaba pasando. Otros maestros no pudieron subir porque no había transporte ni acceso en la parte baja de La Vega, se fueron corriendo porque había comenzado el tiroteo. El señor que nos hace el transporte de salida hasta el kilómetro 5 de la carretera Panamericana no pudo llegar a las 2:00 pm, sino como a las 5:00 pm. Cuando llegamos ahí como a las cinco y pico, seis, vimos a gente mayor subiendo esa cuesta tan fuerte, cansada. Al señor, la policía no le dejó dar la vuelta y tuvo que agarrar toooda la Panamericana otra vez para tratar de llegar a su casa por La India”.

Ana, desde el Sector Las Torres

“Tempranito, yo agarré la camioneta para ir al trabajo y en la alcabala de los bloques de Fundapol nos tuvieron como media hora… Mi mamá me contó que, en la mañana, subieron muchos policías hacia Las Torres con pacas de botellas de agua y filtros, aparentemente están armando campamentos, porque esto va a seguir, pero cuando se puso fea la cosa, a todos los policías que estaban por esta zona, los guardaron por seguridad, ¿puedes creer eso?… Esto por aquí está tomado por completo, porque aquí sí hubo balacera, pero yo estaba caminando desde el Poliedro para la casa. No sé qué hacer mañana: si ir al trabajo o quedarme aquí”.