Medalla de oro para la crisis 

El controversial desempeño de Venezuela en los Juegos Panamericanos 2019 enciende de nuevo el debate sobre el estado de nuestros deportes

Los hermanos Limardo compitieron entre sí y también participaron de las críticas

Foto: Panam Sports

Varios países están más que satisfechos con sus medallas en los Juegos Panamericanos 2019. No solo el país anfitrión, Perú, que obtuvo una cantidad histórica de medallas; Brasil, Colombia, Ecuador y Chile también vivieron sus mejores desempeños en la historia de estos eventos. México, Argentina y la República Dominicana están felices porque volvieron con los resultados más altos que han obtenido en ediciones de los Panamericanos fuera de sus fronteras. 

Por otra parte, Cuba tuvo su peor año desde Cali 1971. ¿Y Venezuela? 

Bueno, obtuvimos una medalla de oro más que en Toronto, hace cuatro años, pero el total de 40 medallas es el más bajo en 20 años, después de las 43 que ganamos en Winnipeg 1999. Lo peor es que, por primera vez desde la edición de 1975, nuestra delegación no clasificó entre los mejores diez: quedó en el décimo segundo lugar.

Mientras hubo buenas noticias como las victorias de Yulimar Díaz en salto largo, Daniel Dhers en BMX free style, Antonio Díaz en karate y los hermanos Rubén y Jesús Limardo en esgrima, hubo también importantes incidentes como lo que pasó con la nadadora Paola Pérez, quien sufrió de hipotermia durante la competencia femenina de 10 kilómetros, porque el wetsuit que le dio la federación no era apto para aguas frías y tuvo que nada sin él en la Laguna Bujana, con un traje de baño regular. Quedó de undécima, a diferencia de 2015, cuando ganó medalla de plata. 

Paola ha hablado abiertamente de su decepción, pero eso no es todo. El retiro de la delegación de tenis y la renuncia en video  del tirador Eligio Centeno contribuyeron a aumentar la preocupación en torno a los atletas venezolanos en Lima. Cuando se criticó al Ministro de Deporte, Pedro Infante, este por supuesto culpó a las sanciones.

Las excusas de Infante no impidieron a Rubén Limardo expresar su solidaridad  con el resto de la delegación. El esgrimista olímpico le dijo a la periodista deportiva Eumar Esaá: “Yo solo me estoy poniendo en los zapatos de mis compañeros de equipo que están pasando por situaciones difíciles. Es hora de que abran los ojos y vean lo que está pasando, porque el deporte venezolano no se merece esto”. 

“Los resultados de Lima 2019 ratifican que es el peor momento de Venezuela en los Juegos Panamericanos desde Río 2007”, piensa el veterano periodista deportivo Ramón Navarro. “El éxito de los atletas tiene que ser celebrado, pero eso no puede tapar la mala gerencia. Más allá de los logros individuales, todavía está la estructura podrida”.

Una gran parte de la delegación venezolana no siguió el régimen de entrenamiento establecido para los juegos. Según Esaá, entre 17 y 19 disciplinas pudieron prepararse gracias a los fondos que Panam Sports (antes conocido como PASO) otorgó al Comité Olímpico Venezolano, y algunos atletas pagaron sus gastos con becas olímpicas, personales o provenientes de patrocinantes. 

El anuncio de Maduro, de que se invirtieron seis millones de eurosen la preparación de los competidores venezolanos, un mes antes de Lima 2019, no cambió nada. “El equipo de canotaje venezolano fue invitado a entrenar en México y la federación mexicana accedió a pagar los pasajes”, cuenta Esaá. “Nuestra federación le pidió entonces al Ministerio de Deporte apoyo para el resto de los gastos del viaje, pero se lo negaron, porque el Ministerio no consideró el viaje una prioridad. Así que se perdieron los pasajes”. 

El primer análisis post-mortem de Venezuela en Lima insiste en apuntar hacia el rol de Infante en cuanto a la difícil posición en la que estuvieron nuestros atletas en estos Panamericanos. Los problemas que ya había en el deporte nacional han empeorado por la crisis, naturalmente, y también en este campo se manifiestan factores como la migración. Justo antes del inicio de los juegos, los medios peruanos reportaron el caso de cuatro atletas venezolanos que optaron por competir bajo la insignia del Perú. Unos cuantos entrenadores también se han ido a países vecinos. 

Mientras tanto, Colombia continúa siendo la nueva súper estrella del deporte regional; en Lima quedó de séptima, con 84 medallas, entre ellas 28 doradas. Esaá cree que esto se debe a tres factores: «Primero, el gobierno y el sector deporte (el Comité Olímpico Colombiano y la institución autónoma de deporte, Coldeportes) trabajan en armonía. Segundo, tienen la confianza para ser anfitriones de eventos internacionales. Y tercero, Colombia tiene una larga tradición de patrocinio privado. Los atletas no le tienen que rogar al Estado por apoyo, así que no tienen que agotarse ni descuidar su entrenamiento por invertir tiempo en eso”.

Navarro está de acuerdo con el exitoso modelo colombiano y lo compara con el nuestro: «Venezuela prefiere echar a un lado a los atletas que critican abiertamente el sistema, o no ofrecen resultados, en vez de motivarlos cada vez más”. 

Aunque Venezuela no haya obtenido ninguno de los puestos disponibles en las clasificatorias para Tokio 2020 en Lima 2019, Esaá no cree que el desempeño vaya a afectar tanto el ciclo olímpico actual. El problema real podría venir, en cambio, con las próximas dos olimpíadas, París 2024 y Los Angeles 2028. “Eso no pinta bien”.

“En Venezuela, los deportes se hacen con lo que se tiene a la mano,” advierte Navarro, “no con lo que se necesita”.

Esta pieza se publicó originalmente en Caracas Chronicles